𝐌𝐲 𝐋𝐮𝐜𝐢𝐝 𝐕𝐢𝐫𝐠𝐢𝐧 | 𝘓𝘶𝘵𝘩𝘦𝘳'𝘴 𝘧𝘢𝘯𝘧𝘪𝘤

19

— Dios, no los soporto... son tan molestos — Suspiró la rubia, bebiéndose de un tajo lo poco que le quedaba de su té.

— Seguramente estarán celosos, cualquiera envidiaría la atención que yo te doy a ti — queriendo indagar más en lo que ella se estaba refiriendo con lo que dijo. Luther intentó sacarle información, pero cuando la iba a detener, fue interrumpido por las manos de Aponia que se azotaron contra la mesa, con frustración.

— ¿Celosos de qué? No hemos hecho pública nuestra relación, nos permanecemos ocultos como si estuviéramos haciendo algo malo, Luther... ¿lo que estamos haciendo está mal? —

          Parecía una adolescente quejándose de porque no podía tener novio, disfrutar de su libertad, de poder amar a alguien, aun si fuera contra las reglas o fuera algo lejos de lo común, sólo que ansiaba poder ser como ella quería, igual que se le notaba el miedo de que no pudieran estar en paz en su relación, no quería estar haciendo cosas que no debía, pero tampoco se permitiría perder a su novio. Intentó calmarse después de haber azotado así la mesa, sintiendo la mirada del varón fija en su perfil, soltando un gran suspiro, regresando sus manos a sus muslos.

— Perdón —

— ¿Estás segura que se comportaban así antes de que saliera contigo? —

— Cariño, esto es casi desde que llegué — Recalcó. — No sé si es porque soy joven y soy profesora, porque no soy religiosa o por mi estúpido apellido —

          Aponia estaba exhausta, todo ese asunto era cansado para su mente tan sensible, suplicaba porque se llevaran bien, desde un principio siempre busco llevarse bien con todos, y si no podía ser su amiga, al menos ser cordiales. Los maestros que no conocía o les hablaba no le importaban, pero con los que tenía que compartir espacio continuo de trabajo sí, sólo quería estar en paz. Y si no podía ser así, quería que fueran sinceros con ella y que le dijeran que tanto les molestaba de ella, ser consciente de cuál era su razón para poder cambiar. Muy fácil era decir que se fuera de ese lugar, pero ocupaba el dinero.

          Para Luther era complicado encontrar alguna razón de que ella se mantuviera en ese tira y afloja con los demás, aunque era divertido verla preocupada y que se arrastrara con él como un perro faldero pidiendo de su amor, aunque a veces fuera asfixiante para él. Luther quería una chica joven a la cual dominar, no a una niña que criar. Estaba a punto de pensar en alguna solución para calmarla cuando otra duda se le vino a la mente por otro de sus comentarios.

— ¿Tu apellido?, ¿qué tiene que ver tu apellido con todo esto? —

— Oh, no me digas que no sabes... —

         Aponia estaba incrédula, su mirada y su tono de voz lo demostraba, ¿cómo era posible que Luther, el hombre más inteligente que conocía, no supiera la razón de su apellido? Más que nada porque este era algo relevante dentro de muchas comunidades extremistas religiosamente hablando. La menor se acomodó en su asiento, como si se preparara para contar una historia.

— Mi apellido es algo famoso por los religiosos y los muy antiguos cazadores de brujas... El apellido Blair — Se quedó callada por unos momentos, buscando las palabras correctas. — El apellido Blair es algo conocido porque en los registros de los juicios de brujas, aparece ahí, y después con la existencia de relatos en el que usan ese apellido para ponérselo a las brujas... no ayuda mucho —

— ¿Me estás diciendo que vienes de un linaje de brujas? — La voz con la que preguntó eso fue más como una crítica.

— ¡No! Para nada, eso no es verdad — Explicó. — No venimos de una bruja, sólo porque compartimos apellido, mi familia no sea religiosa y crea en la magia no significa que sea una bruja, lo juro —