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No sabía cómo debía de sentirse, todo había pasado demasiado rápido, apenas el día de ayer Luther la había tratado de esa forma tan confusa, tan agresiva, tan desinteresada, tan muchas cosas que la habían dejado en blanco. Aponia pensó que quizás después de aquel momento intimo que compartieron en su oficina, él iba a reflexionar y la iba a llamar para saber cómo estaba, quizás para disculparse y pedirle una cita como disculpa, pero su teléfono seguía sin tener alguna notificación de parte del castaño.

          No se había encontrado con Luther en la misa matutina que hacía aquella escuela, ni siquiera un rastro de su presencia, y no es que la rubia quisiera evitarlo, en realidad estaba desesperada en buscarlo. Pero al mismo tiempo no quería verlo, ¿qué le iba a decir?, ¿qué estaba herida por sus palabras del día anterior?, ¿que la hizo sentir como un juguete?, ¿qué quería una disculpa de su parte? Ninguna de esas opciones le gustaba, algo muy dentro de ella le decía que, si se atrevía a hablar, le podía ir mal.

— Estoy alucinando seguramente, necesito aire fresco — Aponia se dijo a sí misma, levantándose de su asiento en aquel salón vacío.

          No tenía clase en esos momentos, al parecer su grupo se encontraba en algún viaje escolar o expedición a la que ella no había asistido, entonces tenía tiempo libre antes de que tuviera que ir a darle clase a otro grupo al cual cubría por la ausencia de sus profesores.

           Quiso ir por alguna bebida a la sala de maestros, para su fortuna se encontraría vacía y su pareja no estaría ahí tampoco, por lo que podría estar sola y en tranquilidad. Y en efecto, sus predicciones eran verdaderas, no había nadie en aquella habitación, eso la hizo sonreír, la soledad le gustaba en ese momento, la podía hacer pensar más tranquila.

— Aponia, no me imaginé que estarías aquí — Una voz extraña masculina se escuchó en la puerta, causando que la nombrada diera un pequeño grito por el susto y derramara un poco de su té.

— ¡Ay mierda! — Maldijo al aire, escuchando las risas detrás de ella, cuando se giró, se encontró con un joven de cabello rubio, el cual, cuando ambos se vieron, sonrieron entre ellos. — Eres tú, Davian... —

— Sí que eres de fibras sensibles, Aponia — Davian se acercó a ella, ayudándola a limpiar el agua que había tirado. — Pensé que estarías en la excursión con tus niños, la mayoría de suplentes fueron —

           Davian era uno de los pocos profesores que realmente se llevaban con la rubia, no eran amigos hacía mucho tiempo, él era un profesor de deportes, así que su trabajo sólo era de medio tiempo, aun así, aquel hombre había demostrado verdadero interés en conocer a Aponia y la chica era bastante amable con él.

— Me pidieron que me quedara para suplir a los que sí fueron, entonces aquí estoy, pero realmente no hay mucho que hacer —

— Me imagino. ¿Quieres caminar un rato? Claro, si no te molesta o te incomoda — Preguntó el rubio con una sonrisa.

             Aquello fue bastante liberador para Aponia, hacía tiempo que no se sentía tan cómoda en aquel instituto, que no tenía una plática tan amena con algún compañero de trabajo y amigo que no fuera con Luther, entonces era un aire fresco en su vida que pudiera hablar con alguien más, aunque fuera de trivialidades. Si bien, Aponia si era una chica que le gustaba salir de fiesta, ir a conciertos, estar en compañía de otros y participar en actividades sociales, le costaba conectar con la gente, a veces se cerraba demasiado que parecía hostil pero otras veces se abría tanto que no había necesidad ni ganas de conocerla, no podía tener un buen equilibrio social en su vida.

         La charla fue inofensiva hasta que el rostro de Davian se oscureció, volteando a ver a Aponia con seriedad.

— Oye, he estado notando algunos comportamientos entre tú y Luther que son... extraños, a decir verdad — Y soltó la bomba. — ¿Tu y Luther están saliendo? —

𝐌𝐲 𝐋𝐮𝐜𝐢𝐝 𝐕𝐢𝐫𝐠𝐢𝐧 | 𝘓𝘶𝘵𝘩𝘦𝘳'𝘴 𝘧𝘢𝘯𝘧𝘪𝘤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora