Aponia trató de secarse las lágrimas durante todo el camino hacia su casa, nunca se había sentido tan vulnerable y humillada en su vida, ¿cómo podía creer Luther que lo engañaba? Era absurdo. Luther, por su parte, respiró hondo y suavizó su expresión mientras seguía manejando, debía de tranquilizarse antes de abrir la puerta y presentarse ante toda la familia de Aponia, porque verlos discutiendo no iba a ser de ayuda. Cuando llegaron a la casa de la menor y encontraron un lugar donde estacionarse entre todos los autos, Luther se transformó en un hombre encantador en cuestión de segundos, no sólo debía de hacerlo para mantener su imagen implacable, sino para someter a su novia y que dejara de actuar de esa manera tan lastimada. Ambos bajaron del auto, la chica sosteniendo el pastel que había comprado, abriendo la puerta de su casa y dejando que Luther entrara a su casa.
— ¡Ya llegamos, mamá! — Saludó con volumen, siendo recibidos por varias personas que se acercaban a ellos. Primos, tías, abuela, todos se acercaron a saludarlos a ambos.
Una mujer de mayor edad, quizás unos 50 años, fue la protagonista entre toda la gente que estaba recibiendo a Aponia y a Luther. Tenía un cabello castaño muy claro, casi que rubio como su hija, aunque ya tenía muchas canas visibles. La madre saludó a su hija con un fuerte abrazo antes de voltear a ver a Luther.
— ¡Ya te estábamos esperando, mi niña! Oh, este debe de ser tu novio del que tanto me nos has hablado — La señora se hizo espacio entre la rubia y el castaño, poniéndose enfrente del hombre. — Es un gusto conocerte, soy Gianna, la mamá de Aponia —
— Buenas tardes — saludó con una alegría muy discreta, dándole la mano. — Soy Luther, el placer es mío, señora Gianna —
— Aponia me ha contado demasiado de ti, gracias por cuidarla dentro de la escuela, Luther —
Si Aponia era una dulzura, su madre lo era mucho más. Aquella señora se mostraba bastante afectuosa ya que en lugar de aceptar el apretón de manos que el hombre le había ofrecido, prefirió abrazarlo junto con los demás familiares que estaban pasando a saludarlos, lo que hizo que la interacción fuera algo incómoda para la pareja: uno porque no estaba acostumbrado al afecto y la otra porque en ese momento no se encontraba con el mejor humor del mundo. Mientras la jovencita le entregaba el pastel a una de las tías que estaban por ahí, notó como otra rubia más alta que ella se encontraba con ellos en la sala del lugar.
— No me dijiste que Isa también estaría aquí, mamá — Aponia se quejó entre dientes sobre la presencia de su hermana, quien ya se estaba levantando para recibirlos. — Luther, ella es Isabella, mi hermana mayor... Isa, él es Luther, mi pareja —
— Un gusto en conocerte, Isabella — Saludó Luther de igual forma, aunque notó rápidamente como la rubia más alta de las tres lo juzgaba con la mirada, casi como si estuviera viendo su alma, Aponia nunca le había mentido cuando decía que su hermana era alguien muy difícil de lidiar.
— Estoy sorprendida que este chico si te haya durado — Contestó seriamente, aceptando el apretón de manos.
— Cállate... —
Aparentemente la relación entre las hermanas era bastante complicada, no parecían congeniar del todo y que estuvieran en el mismo espacio hacia todo muy raro. La chica decidió ir a ayudar a su madre, dejando a ambos solos, con Isabella viendo directamente a los ojos a Luther ya que ambos eran de la misma altura, ósea, la hermana de Aponia era una chica extremadamente alta, parecía una deportista o supermodelo.
— ¿Pelea de hermanas? — Preguntó.
— Déjala, es una llorona, y sabe que es verdad — Contestó con seriedad.
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𝐌𝐲 𝐋𝐮𝐜𝐢𝐝 𝐕𝐢𝐫𝐠𝐢𝐧 | 𝘓𝘶𝘵𝘩𝘦𝘳'𝘴 𝘧𝘢𝘯𝘧𝘪𝘤
FanfictionPodía ser el hombre más recto, más devoto o incluso el más entregado a su Dios, llamado incluso un ángel del señor. ¿Pero que sería de él cuando se entere que el demonio no es nadie más que su propia piel? • Luther × Fem!Reader • Personajes de Capt...