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          Aquella ceremonia religiosa no sólo le importaba porque Aponia fuera a ser parte de los protagonistas y actores de aquel día, sino porque era parte de su firme creencia en la religión, desde que había llegado a esa escuela nunca se sintió más en casa que en otro lugar: con sus reglas estrictas, el ambiente tan pulcro y puro, enseñándole no sólo conocimientos estudiantiles a sus niños, sino también en cómo debían adorar a Dios, confesarse, rogar por su perdón; y como el magnífico eslogan de la institución lo pedía, ellos debían ser "buenos cristianos, honrados ciudadanos". Una escuela de tiempo completo en el que se dice que se enseña la mejor educación que un niño puede tener. También creía que en ese momento podía empezar a llevar a Aponia por un buen camino, guiarla en la senda de la religión para que empezara a formarse como una buena mujer y fuera más que digna de ser su pareja.

          Durante todo el tiempo que estuvieron hablando, o más bien Luther diciéndole a Aponia que tenía que hacer, explicándole de que trataba, lo que iba a hacer, y esta anotaba en su agenda todos los detalles. Si Luther tenía algún tipo de fetiche con la diferencia de edad que había entre ellos, era un deleite para el hombre tener a la menor escribiendo todo lo que decía, como una buena chica, llenaría su corazón de deseo por ella.


— ¿Eso es todo? No escatimes en detalles Luther, necesito saberlo todo para hacerlo bien — La pregunta sonó demasiado autoritaria, o como si estuviera frente a un general que estaba explicando una estrategia.

— Sólo tienes que quedarte totalmente quieta cuando estés en la plataforma, verte bonita y angelical, es tu único trabajo. De la ropa y los detalles yo me haré cargo, querida, no tienes que preocuparte de ninguna otra cosa —

          Esas palabras sonaron algo extrañas en su cabeza: "solo párate y mírate bonita", ¿no iba a hacer nada más? Se sintió algo mal, pero también vinieron algunas dudas en su cabeza, algo que quería decirle, pero no sabía cómo explicarlo, lo raro fue que se preocupara por eso en lugar de que Luther la llamó "querida".


— ¿Seguro que yo soy la indicada? Bueno, tomando en cuenta la ubicación de donde pasó todo eso, María no sería una mujer blan- —

— ¿Estabas diciendo algo? — Interrumpió Luther, levantando su mirada de su computadora donde tenía todos los detalles, pero sus ojos eran serios y filosos, como si estuviera esperando a que la menor se retractara.

— Ujum... decía... ¿Tengo que hacerme algo en el cabello? — Su tonó de voz sonó algo temeroso, casi como si se estuviera arrepintiendo de lo que iba a decir.

          Luther tenía que tener más cuidado con Aponia, ella era muy impredecible y a él ya se le había ido llamarla "querida", cuando se dio cuenta se mordió la lengua intencionalmente para castigarse por su despiste; aun así, cuando interrumpió a la rubia, apenas si había oído lo que decía, pero seguramente sólo eran algunas tonterías.


— Tu cabello es perfecto, un poco parecido al castaño claro de María. No creo que sea necesario que le hagas algo, ¿por qué la pregunta? — Le sonrió inocentemente a su acompañante, como si buscara darle señales de que él era inofensivo con ella, pero que tampoco tenía que salirse de la raya.

— Uff, cielos... estaba preocupada de que tuviera que hacerle algo a mi cabello — Suspiró con alivio, arqueando sus cejas hacia abajo — Entonces sólo lo voy a atar en alguna coleta o un rodete si es necesario, y creo que no habrá otro problema —

          El inocente comentario lo hizo sentir como si se hubiera ganado uno de los mejores premios de la lotería. La forma en la que Aponia se preocupaba excesivamente por su cabello o si tenía que cambiar mínimamente su peinado era una gran ventana de información en la que el varón podía indagar sobre la menor en cualquier momento; que fuera tan inocente logró que su obsesión con ella incrementara.

𝐌𝐲 𝐋𝐮𝐜𝐢𝐝 𝐕𝐢𝐫𝐠𝐢𝐧 | 𝘓𝘶𝘵𝘩𝘦𝘳'𝘴 𝘧𝘢𝘯𝘧𝘪𝘤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora