No sé cómo reaccionará Peeta. Sé que es seguro que no lo tome nada bien. Pero, ¿qué otra opción tengo?
¿No voy a decírselo?
Es lo que pasa por mi mente durante el transcurso de la cena, donde me veo incapaz de irrumpir con la calma y la alegría de la mesa. Incapaz de irrumpir con su sonrisa, con su manera de verme.
¿Qué pensará ahora de mí?
¿Me seguirá mirando de la misma manera? ¿O ahora me detestará tanto que los sentimientos que tiene por mí cambiarán?
¿Lo verá como un intento para retenerlo conmigo?
Él sabe lo mucho que quiero casarme, formar una familia...
¿Creerá que lo hice a propósito? ¿Qué todo esto lo tenía planeado de alguna manera?
—¿Salsa de tomate nueva? —le pregunto, tratando de dejar de pensar, de ocultar mi preocupación. Porque su mirada insistente sólo indica que él ha comenzado a sospechar que algo ocurre conmigo.
Se encoge de hombros, le aparece una sonrisa.
—Quise experimentar un poco —le da un mordisco—. Aunque, seguro que en Italia hay mejores cosas que estas.
Me tenso, y me obligo a agachar la mirada. Trago nerviosa.
Nunca ha sido un hecho que iría, tan sólo una tonta y lejana ensoñación. Por supuesto que lo quisiera, pero no podría. No podría dejar a Peeta, y es bastante irreal a decir verdad. Ni siquiera tengo el dinero suficiente para cubrir el viaje.
Quizá aún no sepa del todo qué haré con mi vida, y quizá sea quedarme en mi zona de confort. Pero, hace mucho que no hallaba un lugar al que llamar hogar, y es lo que tengo con Peeta, él me hace sentir en casa. Y no pienso abandonarlo yéndome lejos, a cientos de kilómetros.
Y bueno, ahora con esto... ir a Italia o a cualquiera de los lugares de los que hablé, no es realmente una opción.
—Seguro que sí —respondo de manera superficial, sin atreverme a mirarlo.
Seguimos cenando tranquilos. Y, veinte minutos después, nos vamos a la sala para ver un poco de televisión.
Apenas y logro poner atención. Y la verdad es que, me encuentro tan tensa, que no logro relajarme para nada.
Consigo salir de mi trance cuando él apaga la televisión y me avisa que es hora de ir a la cama.
Lo hacemos. Nos preparamos y nos ponemos la ropa para dormir. Él se acuesta en la cama mientras me unto crema en las manos, las cuales me tiemblan con nerviosismo, igual que el resto del cuerpo.
Cierro los ojos, y suelto un suspiro. Él mira el celular, despreocupado, el corazón me bombea con fuerza, escucho mi latido en los oídos. Respiro, intentando inútilmente de tranquilizarme.
Las palabras se me acumulan en la boca, mi cabeza comienza a torturarme con miles de pensamientos.
Tengo que decírselo ahora. Lo sé.
Será peor si se lo digo después. Si algo no tolera en verdad, es que le oculten cosas. Que le mientan. Y sé que me odiará si termina enterándose de esto a la mala.
—Peeta —susurro.
—¿Hmm?
Me mira.
Suelto el aire por la boca.
—Tengo que decirte algo.
Deja el celular en la mesita de noche, me mira confundido.
—¿Es algo serio?
ESTÁS LEYENDO
¿Y si el tiempo no lo cura todo? [Everllark]
RomanceVersión [Everllark] [Los Juegos del Hambre] "A veces pienso que somos como piezas de rompecabezas que buscaban encajar en algún lugar, y nosotros estábamos tan rotos que de alguna manera logramos encajar sólo entre nosotros".