Me echo otro vistazo en el espejo del baño. Y busco algún indicio de que esto es buena idea, pero nada lo es.
Pienso en quitármelo y volver a ponerme mi ropa. Pero sé que ya es tarde, se hace tarde para ir a la playa, y seguro que Peeta está más que ansioso y desesperado.
Aparto la mirada, y me obligo a alejarme antes de que sea tarde y termine retractándome. Tomo la perilla de la puerta y salgo del baño.
—No puedo creer que me hayas obligado a hacer esto —le reclamo.
Él deja de mirar el celular y voltea. Sus ojos pasan despacio sobre mí. Sonríe, con cierta satisfacción, y se acomoda en el borde de la cama.
—Jamás te obligué —señala—. Sólo te recordé sutilmente el obsequio que te di antes de venir. Aunque sigo sin entender porqué tuviste que encerrarte en el baño para ponértelo.
Me acerco.
—Bueno, primero tenía que asegurarme de que no me veía ridícula con esto.
Frunce el ceño, y me toma de la cintura para acercarme a su cuerpo. Me sostengo de sus hombros mientras me acomodo sobre su regazo, y apoyo las rodillas sobre el colchón.
—¿Por qué te verías ridícula? —susurra, con voz ronca—. Nunca podrías, mucho menos con eso que tienes puesto.
Consigue sacarme una sonrisa.
Pienso discutirle más. Pero sólo me lo quedo viendo. Porque lo siento.
Siento la reacción de su cuerpo con la cercanía. La manera en que su deseo latente presiona la piel sensible dentro de mí. Un contacto que hace que surja una chispa que hace mucho no aparecía dentro de mí.
Sus ojos también se quedan sobre los míos, y lo veo. Veo que no es algo que tenía planeado del todo. Veo cómo me pregunta en silencio si está bien que continuemos. Me lo implora de alguna manera, antes de que sea tarde.
Y es que, con todo lo que ha pasado, con lo mal que me ha ido con los medicamentos, es en lo último que pensaba.
Es algo que mi cuerpo comienza a necesitar nuevamente, una sensación que surge y se expande como un fuego ligero que se va avivando de apoco con cada exhalación.
Sus ojos me recorren la cara. Y distingo que, a comparación de mí, parece que es algo que ha estado esperando desde hace mucho. Que lleva demasiado tiempo guardado dentro de él.
Noto que se inclina, lo siento más cerca de mí. Su respiración choca con la mía, y el corazón comienza a latirme como loco.
Cierro los ojos, anhelando el contacto, notando cómo me estremezco con la sola idea de que suceda.
Y cuando pienso dar el primer paso, siento sus labios sobre los míos. Me da un beso que me deja deseando mucho más.
Me acerco, intentando juntar nuevamente su boca con la mía, pero no lo consigo porque sus labios bajan para rozarme el cuello, y bajan mucho más.
Me recorre la garganta y baja hasta llegar a la piel descubierta de mis pechos, ganándose un jadeo de anhelo de mi parte.
Parece que eso es lo que lo incita a seguir, porque noto que sus manos van a mi espalda y desanudan el bikini. Siento que se meten debajo y abarcan mis pechos con ansiedad.
Comienza a fallarme la respiración cuando sus pulgares pasan suavemente por las puntas, sabiendo cómo hacerme perder la cordura.
El calor crece. Me aferro a su espalda, deseando mucho más. Porque necesito de su toque, de sus manos recorriéndome entera.
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¿Y si el tiempo no lo cura todo? [Everllark]
RomantizmVersión [Everllark] [Los Juegos del Hambre] "A veces pienso que somos como piezas de rompecabezas que buscaban encajar en algún lugar, y nosotros estábamos tan rotos que de alguna manera logramos encajar sólo entre nosotros".