Capítulo 37

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Algo que he aprendido durante estos casi tres meses de viaje, visitando todos los lugares con los que soñé alguna vez, deleitándome con tantas obras de arte..., es que todo depende de la perspectiva con la que veas las cosas.

Los primeros días en Italia realmente que resultaron difíciles, mi etapa de adaptación fue muy dura, probablemente esa fue la parte más complicada del viaje. Pero con cada lugar que iba recorriendo, con cada nueva experiencia me di cuenta de que de eso se trata todo.

Perspectiva.

Recuerdo lo oscura que solía ser mi vida antes de este viaje, lamentándome y atormentándome con el dolor. Lo hacía porque estaba tan enfocada en todo lo que había perdido en mi vida, que no tuve ojos para valorar lo que tenía:

El apoyo incondicional de Johanna, de mi hermano, e inclusive de Annie. Y más que nada, todo el esfuerzo que estaba haciendo Peeta por mí, para hacerme sentir mejor. La manera en que trató de lidiar con todo, con mi dolor y con el suyo propio al mismo tiempo. Algo que jamás me interesó tomar en cuenta, algo que no valoré.

Ahora sé que el tiempo no lo cura todo, pero ayuda a ver las cosas de otra manera.

Y ahora, teniendo una nueva perspectiva, es cuando me he dado cuenta también de mis errores; de lo injusta y egoísta que fui con Peeta. Por querer que me comprendiera y que llenara el vacío que yo tenía dentro, cuando él mismo estaba tratando de lidiar con muchas otras cosas.

Ninguno estaba lo suficientemente bien para ayudar al otro. Éramos tan inestables, que nuestra relación iba a derrumbarse en cualquier momento. Tal cual como sucedió.

A veces esperamos demasiado de las personas. Cuando ni siquiera podemos con nosotros mismos.

Y por supuesto que aún duele cada vez que recuerdo a ese bebé que jamás conoceré, a quien desee con toda el alma, pero que me fue arrebatado demasiado pronto. Duele pensar en lo que podría haber sido, en el poco tiempo que tuvimos.

Pero, ahora que he avanzado mucho más con el proceso de duelo, puedo aceptar un poco mejor las cosas por lo que son.

Quizá perdí al amor de mi vida y a quien prometía un futuro que iba a mantenernos unidos. Pero logré encontrarme a mí misma, y valorar el hecho de que el corazón me sigue latiendo contra el pecho, y tengo los pulmones llenos de aire.

Después de tanto tiempo perdido, donde estaba sumida en la tristeza, y con toda esa oscuridad... Al estar aquí, he comenzado a valorar todo lo que tenía y que ignoraba por estar cegada y obsesionada con enfocarme en todo lo que la vida me había arrebatado.

Es cruel la manera en que comenzamos a valorar las cosas una vez que ya las hemos perdido.

Pero ahora sé que debo de dejar de detener mi vida, porque el mundo sigue avanzando. Y yo también debo hacerlo.

Más porque viví estancada, pasando todo mi tiempo con Peeta imaginando y deseando llegar a otra fase en nuestra relación, deseando estar casada con él. Lo hacía cuando en realidad ya éramos felices, y estábamos viviendo nuestra mejor vida juntos.

Ese fue mi error. Vivir anhelando que sucediera algo en el futuro, cuando ya lo tenía todo en el presente. Y ahora es cuando puedo darme cuenta de toda la alegría que él le ha brindado a mi vida y que no pude verlo ni valorarlo en su momento.

Sigo caminando. Y, a pesar de que sé que me encuentro todavía bastante lejos de casa, ya me siento un poco más cerca.

Finnick no lo mencionó, pero había una última parada en el viaje.

Una que no contemplaba precisamente a Europa. Sino que a Nueva York.

Nueva York, en el Museum of Modern Art. Donde se encuentra la que ha sido por mucho tiempo mi obra favorita; La noche estrellada.

¿Y si el tiempo no lo cura todo? [Everllark]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora