Meto las llaves en el cerrojo de la puerta y abro.
Suelto un suspiro mientras me quito la chaqueta y la cuelgo en el perchero.
—Ya llegué —anuncio, pero no escucho una respuesta de regreso.
La sala se encuentra a oscuras, y no parece haber nadie en casa. Lo cual es raro, ya que él siempre llega antes que yo.
Enciendo el interruptor y avanzo hacia la recámara. Ahí, encuentro a Peeta en la cama, mientras mira concentrado la pantalla de su laptop.
—¿Ahora te ha dado por trabajar desde la recámara?
Levanta la mirada al escucharme. Lo veo sonreír, mientras se desanuda la corbata.
—No estoy trabajando —me subo al colchón y me le acerco. Le doy un beso en los labios—. Estoy buscando lugares para nuestra luna de miel.
Alzo una ceja.
—¿Sigues con eso? Creí que ya habíamos reservado en las Bahamas.
—Lo sé, y así será —deja la laptop en la mesita de noche, pone una mano en mi pierna—. Pero hace rato leí sobre una isla en las Bahamas donde la arena es color rosa... —me echa un vistazo—. Ya sabes..., te gusta mucho admirar los paisajes y creí que te gustaría ir a visitarla.
Le sonrío, y le acaricio la mejilla.
—Sólo quiero estar contigo, no me importa donde sea.
Me inclino para besarlo, lo siento sonreír contra mis labios.
—Quizás Finnick tenga razón y ya nos hemos vuelto demasiado cursis.
Consigue sacarme una risa. Recargo la cabeza en su hombro.
—Déjalo, anda de mal humor —deja un beso en mi cabeza—. Ahora Annie se enoja de todo con él. Sólo nos tiene envidia.
Lo escucho reír. Siento que pasa un brazo por mi cuerpo, para abrazarme. Me da una palmadita en la cintura.
—¿Cómo te ha ido? —murmura—. ¿Ya un poco más tranquilo?
Suspiro.
—Ha sido de locos. Hoy fueron muchos visitantes a la galería de arte, no llegaron a tiempo algunas piezas..., una locura total. Y luego tuve que ir a la última prueba de mi vestido. Annie se ofreció a acompañarme.
Alzo la cara para mirarlo, me sonríe.
—Te verás preciosa, no me cabe ninguna duda —me toma la cara con una mano y me besa—. No puedo creer que ya sea en un par de días.
—Lo sé —suspiro—. Johanna me ha dicho que llegará unos días antes de la boda, y quiere que tengamos un día de chicas antes de que ya me convierta en una esposa aburrida.
Veo que alza una ceja.
—Tú jamás podrías ser aburrida. Y espero que su día de chicas no incluya a algún hombre con poca ropa intentando seducirte. Estoy pensando seriamente en pedirle a Annie que vaya con ustedes, más que ahora le da sueño temprano.
Suelto una risa.
—¿De qué cosas hablas? —me levanto un poco, y pongo las manos en su pecho—. Sólo iremos con unas amigas de la universidad a bailar y tomar un poco..., —me mira, yo a él—. Me consuela que Finnick estará vigilándote en tu despedida de soltero —me toma de la cintura—. Tampoco quisiera enterarme de alguna mujer con poca ropa que intente seducirte.
Niega con la cabeza, mientras me mira a los ojos.
—La única mujer que quiero que me seduzca, la tengo frente a mí —me da un beso, sus manos se cuelan debajo de mi blusa, noto que surge un escalofrío—. Aunque, me temo que su único defecto es que tiene demasiada ropa ahora mismo.
ESTÁS LEYENDO
¿Y si el tiempo no lo cura todo? [Everllark]
Storie d'amoreVersión [Everllark] [Los Juegos del Hambre] "A veces pienso que somos como piezas de rompecabezas que buscaban encajar en algún lugar, y nosotros estábamos tan rotos que de alguna manera logramos encajar sólo entre nosotros".