Los días pasan deprisa, casi sin darme cuenta.
Todo está sucediendo demasiado rápido. Las semanas más estresantes de mi vida han culminado por fin con la entrega de los últimos proyectos y exámenes finales. Por fin puedo respirar y estar más tranquila.
Es como si un enorme peso se me hubiera quitado de encima. Ahora puedo disfrutar de mis últimos días en la universidad, sólo esperando las notas finales. Pero, ahora viene un reto mucho más complejo en mi vida.
Y Peeta...
Es complicado lidiar con todo esto cuando sé en el fondo que él está mal. Pero él insiste en hacerme creer que todo va bien, que todo va normal.
Estos días me he dado ánimos para intentar hablar con él, dejar de evadir los problemas. Pero él siempre busca cambiar la conversación. Busca desviar el tema por completo.
No lo hace de manera grosera, pero definitivamente no está poniéndolo para nada fácil.
Giro la cabeza y lo miro. Él mira el techo, mientras recarga ambas manos detrás de la cabeza.
Me tapo más con el edredón y me acerco un poco.
—¿En qué piensas? —susurro.
Noto que se sobresalta un poco al escucharme. Gira la cabeza de golpe, y sonríe un poco.
—Me asustaste. ¿Qué no ya deberías estar dormida?
Me encojo de hombros.
—No puedo dormir.
Suspira, y me mira a los ojos.
Parece percatarse de que quiero insistir de nuevo.
Pasa una mano por mi abdomen, y sus labios van a mi cuello.
Intenta hacerlo de nuevo.
Su mano sigue subiendo por mi piel desnuda hasta llegar a uno de mis pechos. Lo escucho gruñir.
—¿Otra vez intentarás que me olvide del asunto haciéndome el amor?
Mi pregunta lo frena en seco.
Se separa de mi piel, y me mira. Lo escucho suspirar.
—Yo no estaba...
Me incorporo en la cama, él me imita.
—Mentiría si te dijera que no me preocupas —se me corta la voz—. Sé que algo te ocurre, pero te niegas a decírmelo —aparta la mirada—. No he querido presionarte. Pero necesito que hables conmigo, necesito entender qué es lo que está pasando.
—No es nada —evita mirarme a los ojos—. De verdad.
Le tomo la cara entre las manos con suavidad, obligando a que me mire.
—Sé que siempre ha sido así, pero no tienes porqué lidiar solo con todo esto. Me tienes a mí.
—No lo entiendes —responde calmado—. De verdad no puedo hablar de eso, no sé cómo hacerlo.
Le acaricio la mejilla.
—Solo quiero hacerte sentir mejor —se me forma un nudo en la garganta—. Pero no sé cómo.
—Solo te necesito a ti —murmura—. Estaré bien, te lo prometo.
Lo miro. Y surge la desesperación, por no saber que hacer. No tener una respuesta mágica que pueda ayudarlo.
Sólo lo abrazo, y le acaricio el cabello de la nuca.
Suspiro, y me quedo así con él. Deseando con todas mis fuerzas que esto vaya mejor.
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¿Y si el tiempo no lo cura todo? [Everllark]
RomansaVersión [Everllark] [Los Juegos del Hambre] "A veces pienso que somos como piezas de rompecabezas que buscaban encajar en algún lugar, y nosotros estábamos tan rotos que de alguna manera logramos encajar sólo entre nosotros".