30. Epílogo 2.

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Mientras limpiaba el marco de la fotografía de su boda, la mente de Minseok viajó a los preciosos acontecimientos de aquel día y sonrió de forma inconsciente. Eran solo algunos de los muchos recuerdos que atesoraba en su mente. Dejó el cuadro en su lugar y observó el resto de fotografías que habían decidido colgar en la pared entre la sala y el comedor. Al principio había sido una y con el tiempo la pared se había convertido en un collage de sus vidas. Habían familiares y amigos incluidos ahí, incluso un par de fotografías en las que aparecía la madre de sus hijos. Podía parecer extraño, pero aunque nunca la conoció, sentía una fuerte conexión con ella. Le sonreía a su fotografía y cuando el tiempo se volvía difícil le pedía consejos, le gustaba pensar que ella era el ángel que cuidaba de su hogar.

—¿Terminaste?

La voz de Jongdae lo sacó de sus pensamientos.

—Sí, ya —Minseok murmuró, bajándose de la escalera con ayuda de Jongdae.

Jongdae le abrazó la cintura por detrás y juntos observaron la pared por algunos segundos.

—¿Ha sido una buena vida? —Jongdae le preguntó al oído.

Minseok sonrió y puso sus manos sobre los brazos de su esposo.

—Mucho mejor de lo que yo hubiera podido imaginar —dijo con un dejo nostalgia—. Solo quisiera que el tiempo no avanzara tan rápido.

Jongdae observó la fotografía de Hana y besó la sien de su esposo. Él también la echaba mucho de menos ahora que se había marchado a la universidad, aunque la tristeza estaba entremezclada con el orgullo y la certeza de que la habían criado bien.

Jongdae besó de nuevo la sien de Minseok, sabiendo que sin él su vida no sería tan buena. Besó su mejilla y continuó repartiendo besos por su rostro hasta que alguien los interrumpió.

—Ugh. ¿No pueden esperar a que me vaya?

Baekhyun se cruzó de brazos frente a ellos. Como era usual, vestía sus pantalones raídos, que habían vuelto a ponerse de moda en los últimos meses, y llevaba en su labio inferior esa argolla que Minseok desaprobaba —porque según él hacía que su niño bueno luciera como un inadaptado—. Sin embargo, estaba muy guapo y es que era tan bien parecido como lo fue su madre.

El timbre sonó y aunque el adolescente intentó escapar, Minseok y Jongdae se apresuraron a seguirlo a la puerta.

Ahí estaba su cita, a quien por cierto Minseok tampoco aprobaba.

—¡Oye, tú! —Minseok llamó al novio de su niño—. Más te vale que te portes bien con él.

Chanyeol asintió un poco temeroso.

—Lo prometo —dijo intentando que su sonrisa no delatara el temor que sentía por el señor Kim.

Minseok le dio una mirada cargada de desconfianza, pero se obligó a asentir.

—Tengan cuidado —Jongdae les dijo mientras Baekhyun se ponía el casco que Chanyeol le ofrecía—. Que quede claro que no tienen nuestro permiso aún, pero si van a hacerlo, no olviden usar protección.

Minseok le dio una mirada mortal a su esposo y se giró hacia su hijo.

—Tienes que estar de regreso a las nueve.

—¡Pero él accedió a las diez! —Baekhyun protestó señalando a Jongdae.

Minseok regresó su mirada asesina a Jongdae aunque este fingió que no lo notaba.

—Lo traeré de vuelta a las nueve, señores Kim, no se preocupen —Chanyeol prometió y encendió su motocicleta.

—Es un buen chico... —Jongdae empezó a decir cuando se hubieron marchado, pero Minseok lo ignoró.

Los Hijos Del Señor Kim [Chenmin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora