La típica charla de padres sobreprotectores

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Entre besos y besos, el lugar se llena de un calor un tanto intenso, de un momento a otro el menor esta acostado en cuclillas sobre el mayor, besando su cuello con desesperación sintiendo como Pedri baja sus manos hacia su esbelto culo, acomodando sus manos en él para comenzar a manosearlo.

— Joder Pablo. Me encantas.

Lo cogió de la mandíbula sin aplicar mucha fuerza sacando su rostro de su cuello y vuelve a besarle, pero esta vez es un beso mucho más pasional y húmedo. El castañito no tardó mucho en acostumbrarse a los labios dulces y carmesí de su amado. La ropa empezaba a estorbar, en sus vientres florecían una necesidad nueva, una necesidad que le exigía el uno al otro. Continúan con el beso que se ha tornado aún más caliente. Se crea una batalla de lenguas en busca de entrar en la boca contraria y tomar el control. Las manos de Pablo bajan hasta la erección creciente de Pedri acariciándola. Él suelta un jadeo acercándose todavía más a él, sus labios se mueven acompasados transmitiendo un deseo inmensurable. Alcanza el dobladillo de su camiseta subiéndola lentamente hasta quitarla por completo rompiendo el beso en el proceso, ahora su beso era exigente y necesitado. Su lengua se cuela en su boca sin permiso, explorando cada rincón de ella, sus manos acarician su pecho saboreando esa utopía; de nuevo sus manos bajan al culo del menor donde acaricia lentamente dejando una suave nalgada en el. Pablo gime en la boca contraria incitándolo repetir su acto pero con menos intensidad. Pero de un momento a otro el menor se separa lentamente con la mirada fija en los labios ajenos.

No podía.

— Pedri...yo...no...—musitó con la voz hecha un hilo —...puedo.

El canario sonríe llevando una mano hasta la frente del sevillano donde aparta un mechón rebelde y acuna su mejilla en la palma de su mano acariciando con ternura.

— Esta bien...Pablito...—el menor cerro los ojos con fuerza, dejando salir una lágrima que su contrario limpio con dulzura — No te voy a obligar a nada que tu no quieras ¿Oíste? 

Asintió levemente aún con los ojos cerrados, el azabache planto un beso tierno en su frente y lo abrazo, el menor apoyo la cabeza su pecho.


...

Al día siguiente el primero en despertar fue Pedri, una sonrisa tonta decoro su rostro al sentir un peso en su brazo, era su pequeño, que dormía tranquilo aferrándose a su cuerpo como un koala. Los tenues rayos del sol ingresaban por las cortinas iluminando medianamente la habitación del menor, se dedico a vagar la mirada por el lugar, era la primera vez que veía su habitación en su nuevo hogar, allí se respiraba un aura diferente a la de su antigua habitación en casa de sus padres.

Tenía varios posters de fútbol colgados en las paredes grises dándole un poquito de vida, un estante donde lucían las medallas y trofeos que había ganado, un escritorio donde habían unos cuantos libros regados; su armario cerrado y varias fotos esparcidas por el lugar, por donde veías sentías las vibras del sevillano. Pero Pedri reparo en que no había ninguna sola fotografía con sus padres y lo comprendía, su padre había sido un idiota muy idiota con su hijo.

De Canarias A Sevilla {Gadri}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora