⟨Cap. 34⟩

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El señor Oscuro estaba molesto, nada nuevo, si le preguntas Snape, pero todos estaban temerosos por esto. Desde que uno de sus jóvenes mortífagos logró escapar, sin sufrir daño alguno, estaba furioso. Nadie lo traiciona de esa manera y salía impune. Pero todos sus intentos de buscarlo habían resultado en error, por lo que estaba más molesto últimamente.

Snape había sido receptor de esa ira muchas veces, por el hecho de que le preguntara si él sabía de su paradero, pero cómo le hacía entender que ni siquiera sabía de su plan.  A Snape no se le había informado que de Nott iba a intentar escapar con ayuda de Harry Potter y la orden. Claramente dado a que había matado al director tampoco se le había invitado a más reuniones de la orden por una clara traición.

Él hubiera estado bien con eso, sino fuera porque tenía a un señor oscuro respirandole en la nunca, buscando cualquier mínimo error para darselo de comer a su serpiente de terror.

Había estado muy estresado últimamente. Dumbledore solía tener planes muy descabellados, pero su último plan había sido el más tonto. Sin embargo, ahora no es que puediera hacer mucho ya solo tocaba apegarse al plan que el antiguo director tenía y actuar conforme se vaya dando la situación.

El propio Voldemort tenía sus planes, que lamentablemente lo incluían en ellos, si quería seguir con vida para llegar a ver la conclusión de todo, debía seguir con el perfil bajo y obedecer lo que el señor oscuro le pidiera.

También lo tenía bajo estrés, las promesas que había hecho, él había prometido cuidar a algunos adolescentes insoportables, había hecho la promesa de mantenerlos con vida o asegurarse de que por lo menos puedan salir a salvó de todo esto. Pero no había manera de cumplir con dichas promesas o juramentos, cuando dichos adolescentes se encontraban fuera de su radar.

Lo único que lo hacía estar seguro de que estaban vivos, era el hecho de que no sabía nada de ellos ni su paradero, se tomaría el tiempo de preocuparse cuando haya alguna señal de ellos, porque eso significaría que los mortífagos los han atrapado o los tienen ubicados y eso no sería una buena señal de que sus vidas estarían a salvo.

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En cuanto llegaron a Grimmauld Place, los tres fueron recibidos por Sirius y Remus curiosos sobre el motivo de la reunion. Trataron de no ser obvios, pero aún así, todos se dieron cuenta de que querían saber qué era lo que el ministro quería.

Harry los siguió a la sala que era hacia donde Sirius los estaba llevando, pero él seguía perdido en sus pensamientos, podía sentir la magia de la muerte rodeándolo a él y a la snitch con la piedra adentro.

Podía sentir que las otras dos reliquias en su habitación lo llamaban. Y la magia a su alrededor se sentía más densa, pero por como los otros habitantes no habían dicho nada, supuso que solo él podía sentirlo. Estaba tan ensimismado en sus pensamientos que no notó cuando lo llamaron hasta que sintió como alguien golpeaba sus costillas.

—¡Oye! —se quejó Harry y miró hacía su derecha donde estaba Ron luciendo inofensivo—. ¿Qué ocurre?

—Le estábamos diciendo a Sirius qué fue lo que nos dejó Dumbledore, y era tu turno.

—Oh, sí, lo siento, me dejó la espada de Gryffindor y está snitch —les dijo Harry mientras les enseñaba la snitch.

—¿Una snitch?

—¿La espada de Gryffindor? —preguntó Remus sorprendido al mismo tiempo que Sirius se sorprendía por una snitch.

—Sí, pero la espada no la tengo conmigo, por si se lo preguntaban. Tampoco sé por qué me dejó exclusivamente esos objetos, o por qué me dejó algo en primer lugar.

Decisiones (Harry Potter)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora