Decisiones (Harry Potter)

⟨Cap. 30⟩

Fue después de que Ron casi muere envenenado, por uno de los planes fallidos de Theo para envenenar al director, que Harry tuvo suficiente. Después de que Malfoy le había dicho que era Nott a quien Voldemort le había dado una “mision especial”, Harry había intentado averiguar que planeaba.

Después de lo que sucedió con el collar maldito había estado tratando de seguirlo en busca de respuestas, Malfoy solo le había dicho que el chico desaparecía por horas y cuando volvía a aparecer siempre estaba cansado y de mal humor. Harry también lo había notado, por supuesto, el chico cada vez parecía más un muerto en vida debido a las ojeras prominentes y permanentes debajo de sus ojos y su piel cada vez más enfermiza y pálida. Cada que podía revisaba el mapa intentando buscar el lugar en el que el chico parecía desaparecer, después de un tiempo Harry notó que desaparecía en el séptimo piso, justo en dónde se encontraba la sala de menesteres y eso solo frustraba a Harry porque, ¿Cómo se supone que averiguaría lo que hacía si no sabía dónde estaba?

Pero lo de Ron había sido la gota que derramó el vaso, después de salir del ala del hospital en dónde estaba visitando a Ron había ido directamente a su habitación en la torre de Gryffindor para buscar el mapa. Estuvo buscando hasta que por fin encontró a Nott, estaba en el baño de niñas que estaba fuera de servicio, junto a él estaba Myrtle la llorona. Harry tomó su capa, varita y el mapa y salió de la torre en dirección al baño.

Harry se escondió debajo de la capa para que no vieran que iba en dirección al baño de niñas. Estaba molesto, ya había herido a dos personas en sus intentos, ¿cuando iba a parar?

Cuando llegó al baño la puerta de este estaba cerrada, cuando ce acercó para abrirla un sollozo dentro de la habitación llamó su atención. Confundido, reviso el mapa una vez más asegurándose de que Nott siguiera ahí dentro, confirmó que sí era él, pero se confundió aún más cuando escucho murmullos tranquilizadores de parte de la fantasma.

Entró tratando de no hacer ruido, pero al parecer no funcionó, porque cuando estuvo completamente adrentro Nott se levantó de su posición en el suelo dándose la vuelta hacia la entrada con varita en mano.

—¿Quién está ahí? —preguntó el chico. A pesar de que parecía haber estado llorando, su voz sonaba dura y aún así algo rasposa.

Harry pudo notar que los ojos, ahora rojos por el llanto, vagaban por la habitación buscando a quien había entrado, uno de los espejos del lavabo estaba roto completamente y la mano derecha del chico estaba sangrando. La furia que había sentido al principio se había apagado completamente, al igual que él, Nott seguía siendo un niño que había sido obligado a participar en esta guerra. Harry no conocía al chico, nunca habían convivido, lo poco que recuerda era ver al chico lo más alejado del resto de sus compañeros, se preguntaba cómo era que había terminado en esta situación.

—Quien sea que esté, aquí deje de esconderse y de la cara —Nott parecía estar a nada de perder la cordura, agarraba su varita apuntando a la nada buscando a quien sea que se estuviera entrometido. Harry sabía que podría salir muy mal, pero ya no había vuelta atrás, ya lo había interrumpido, ya había llamado su atención irse en ese momento haría que probablemente el otro chico tu idea un colapso o un brote psicótico y Harry no quería cargar con esa culpa.

Comenzó a quitarse la capa poco a poco pero con la varita en mano en caso de que necesitará defenderse o aturdir a Nott. Cuando lo vió se quedó completamente congelado, sus ojos se habían abierto aún más, Harry no creía que fuera posible, la mano que sotenia su varita vaciló un poco, pero no la bajo.

—¿Qué haces aquí? —preguntó el chico bruscamente aún apuntandolo.

—Solo quiero hablar contigo —Harry levantó las manos en son de paz para probar su punto, pero el contrario solo se tensó aún más.