⟨Cap. 38⟩

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Harry estaba muy nervioso, demasiado si le preguntan a él. Noviembre estaba casi culminando y podía sentir dentro de sus huesos que algo andaba mal. No tenía idea de qué era, pero sentía que había un ambiente inquieto. Ron le había dicho que era por estar encerrado. Que en ocasiones él se sentía igual.

Harry intentó descartarlo, pero no había nada que lo hiciera sentir mejor.

Conforme los días pasaban, después de que hicieron su plan, se impacientaba más. No es que no estuvieran haciendo nada. Hermione se la pasaba mandando mensajes pequeños en los galeones, no eran alarmantes, pero se estaba asegurando, de que los cargaran siempre consigo para cuando fuera necesario. Supieron que estaba funcionando, cuando en su siguiente visita, Bill les había dicho que Ginny había preguntado por ellos.

Mientras que Ron, seguía repasando el plan junto con Remus y opiniones de Hermione para asegurarse de que todo saliera bien. Buscaban la mejor manera de crear un alboroto mientras Ron sugería utilizar algunos productos de Fred y George. Habían mencionado el uso de poción multijugos, pero hasta donde Harry sabía, esa era su última opción.

Harry también había estado ocupado, les estaba mostrando el mapa a Draco y Theo. Y se estaba asegurando de que pudieran utilizarlo correctamente. Harry sabía que, como eran dos, se les debía dificultar menos.

Ambos chicos habían entendido muy rápido, aunque habían estado practicando el buscar cosas en específico para que tuvieran agilidad.

Así mismo, Sirius y Remus habían probado las habilidades de cada uno de los chicos en caso de que fuera necesario pelear, querían saber si podrían salir fácilmente. Harry entendía el por qué lo hacían, los mortífagos no eran algo fácil de vencer. Y menos, si existía la posibilidad de que hubiera demasiados.

También habían alertado a la orden de que estuvieran pendientes de cualquier señal. En caso de que necesitaran refuerzos. Siempre era mejor que estuvieran totalmente preparados.

Pero a pesar de todo, Harry sentía que algo no estaba bien, que se estaban olvidando de algo. La última vez que tuvo ese presentimiento Dumbledore murió. Esperaba que está vez no muriera nadie inocente o que no lo merecía.

Por lo que una noche, con la intención de aclarar su mente, llamó a la muerte con la esperanza de que lo ayudara.

Era cerca de media noche cuando decidió llamarla. Se había asegurado de que no hubiera nadie despierto. No quería que alguien entrara o lo escuchará. Aún así puso la mayor cantidad de hechizos en su habitación. Se concentró en llamarla.

Su habitación comenzó a sentirse cada vez más fría, como era la costumbre. Esperó unos segundos, hasta que la figura encapuchada de la muerte estuvo frente a él.

—¿Me necesitas? —fue lo primero que preguntó en cuanto estuvo completamente materializado.

—Hemos hecho un plan —le dijo Harry—. Ya casi podremos eliminar a Tom.

—Tienes dudas, ¿cierto?

—Sí —Harry soltó un suspiro, solo quería saber si estaba haciendo lo correcto—. Tengo un mal presentimiento, ¿crees que estemos haciendo las cosas bien?

—Por más que me halaga que pienses que tengo todas las respuestas, no lo hago. Debes comenzar a confiar más en tu instinto, Harry.

—Lo sé —contestó Harry tímido—. Es solo que, hay tantas cosas que pueden salir mal, que la ansiedad me está matando.

—No puedo decir que lo entiendo —Harry podía decir, que la muerte intentaba sonar reconfortante—. Sin embargo, puedo decirte que, pase lo que pase, estás dando lo mejor de tí, Harry. No tienes poder sobre todas las cosas.

Decisiones (Harry Potter)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora