Prólogo

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Liam Dubois, origen francés, 30 años y uno de los más grandes chocolateros del mundo.
¿Dónde se ubica? Nada más y nada menos que en Galerías Gourmet.

Se encontraba en la guarida del Cartel Chocolatero. Había una nueva competencia de la que debían deshacerse: Maurice Clinton, un afamado chocolatero que había llegado apenas 5 meses atrás y estaba arrasando con las ventas, lo cual ponía en peligro a los cuatro mejores chocolateros.

—Esto no puede continuar así. —se quejó Slugworth ante el resto del Cartel.
—¿Están tan inseguros? Yo admiro una buena competencia cuando la veo. —afirmó Liam, quien se encontraba despreocupado sentado en uno de los sillones.
—¿Inseguros? ¡Eso es ridículo! Es sólo que Clinton se está llevando toda la atención.
—Acaba de llegar, las personas se emocionan al ver lo nuevo... No durará. —explicó Dubois con seriedad. —He visto sus creaciones, nada espectacular.

Los otros tres chocolateros lo miraron confusos, no era la primera vez que Liam reaccionaba tan tranquilo ante un nuevo chocolatero.
—Eres demasiado joven, no lo entenderías. —defendió Fickelgruber.
—Mi edad no es impedimento para entender cosas tan sencillas. —hizo una pausa. —Es lógica, uno sólo necesita ser bueno para poder tener más que cinco minutos de fama. Clinton es tan común como el calor en primavera y verano.
—¿Has probado sus chocolates? —atacó Prodnose.

Liam lo miró con una sonrisa burlona. Sinceramente, él consideraba a ese trío como unos simples idiotas inseguros que no saben lo que es la competencia.
—No necesito hacerlo, Prodnose; la vista es suficiente para juzgar. Quien te diga que no puedes juzgar a un libro por su portada, te está mintiendo.
—Tenemos que deshacernos de él. —dijo Slugworth, ignorando por completo las palabras de Dubois. Él no se iba a dejar vencer por Maurice ni mucho menos darle la razón a Liam.

Fickelgruber y Prodnose le dieron la razón a Slugworth.
Liam rezongó.
—Por Dios, ¿No saben defenderse de la competencia de una forma que no sea asesinarla?
—Nosotros no lo hacemos.
—Mandan a alguien a que lo haga. ¡Qué diferencia! —dijo Dubois con sarcasmo.
—¡Silencio, mocoso! Tienes veintinueve años, un niño como tú no puede entender de qué se trata esto.
—¿Se trata de matar gente? ¿Qué es esto? ¿Un libro de Poe? —Liam se mofó. —Sigan con su tétrico clan de asesinos, tengo cosas más importantes en las que perder mi tiempo.

Dicho esto, Liam caminó fuera de la guarida del Cartel Chocolatero y se dirigió a su oficina.
Comenzó a revisar archivos, uno tras otro, nada especial, sólo reportes de ventas que hacían los de contaduría, para revisar que todo estuviera en orden.
Sinceramente, Dubois estaba cansado de la monotonía; siempre era lo mismo: revisar las ventas, la fabricación, atender a un par de clientes (no sabía por qué lo hacía, para eso tenía empleados) y luego volver a su vacía habitación y recostarse en su cama sólo para dormir y repetir todo otra vez. Lo único emocionante que pasaba era cuando el Cartel se unía para desaparecer a alguien y aún así era molesto ver cómo sus soluciones siempre eran las mismas: asesinar.

Suspiró profundamente, mirando al techo, preguntándose si alguna vez haría algo diferente a la rutina.

No tenía pareja, le parecía una pérdida de tiempo y dinero; no tenía amigos, le parecían una distracción.

Durante su infancia, fue criado con lo mejor, él había nacido en 'cuna de oro', había pasado toda su vida sabiendo lo que era la riqueza y el poder, sus padres vendían joyería bañada en oro real, ¿Quién querría molestar a alguien de ese rango?

Por otro lado, él sólo era un niño con un torpe sueño de vender chocolate, siendo continuamente burlado por su propia familia. Qué sueño más estúpido.

Liam a veces soñaba con ser como su hermana menor: la hija perfecta, la hija que todos quieren tener. Él quería eso.

De cualquier modo, vivió rodeado de dinero y lujos, nunca le faltó nada (nada que no fuera el amor de sus padres) y siempre fue un estudiante modelo.

Dedicó su vida al chocolate y sus padres no tuvieron de otra más que apoyarlo, aún intentando que Liam abandonara su sueño.

Dubois soñaba con lograr hacer el mejor chocolate del mundo, soñaba con generar gran felicidad con solo un chocolate, pero la constante frustración lo afectaba.

A los 19 años, hizo su gran creación: un chocolate que, sin duda, generaría dicha en quien lo probara. Y así, empezó su empresa; compró un lugar en Galerías Gourmet y comenzó a fabricar y vender chocolate, convirtiéndose en el gran chocolatero que es ahora.

¿Tuvo problemas con el Cartel? Claro que sí, esos maníacos lo pusieron contra la espada y la pared, pero logró convencerlos con unirse al Cartel y ayudarlos en sus "malévolos" planes si lo dejaban seguir (además de amenazarlos diciéndoles que él era hijo de Meredith y Gabriel Dubois) y así fue como él terminó ahí.

°°°

Pasaron un par de días cuando "por accidente" la chocolatería de Maurice Clinton se incendió. Él no pudo salir, inhaló demasiado humo y falleció.

La chocolatería en cuestión, ha estado cerrada desde entonces y nadie ha querido comprarla.

Liam discutió con el Cartel de eso, reclamando el hecho de que no era necesario tanto desastre y que el fuego pudo haberse extendido. Los chocolateros le reclamaron diciéndole que ese era un sacrificio que había que hacer con tal de conservar sus puestos como Los Mejores Chocolateros.

¿Dubois? Dubois sufrió la muerte de Clinton, con quien había enlazado una buena amistad, a veces solía pasar por aquel local destruido sólo para recordar los buenos momentos.

Y así, pasó un año desde los acontecimientos en aquella chocolatería.

Liam estaba en su oficina revisando los reportes de ventas cuando escuchó una melódica canción provenir desde afuera. Se asomó por la ventana de su oficina sólo para ver a un chico parado justo afuera de la que solía ser la chocolatería de Maurice Clinton, promocionando unos extraños chocolates que flotaban fuera del frasco.

Miró al chico y frunció el ceño, él, sin duda, iba a ser otro de los pobres desafortunados víctimas del Cartel Chocolatero, pero esta vez iba a intentar impedirlo.

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Físico de Liam hasta arriba del capítulo.

✓Si tú me quisieras (Willy Wonka)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora