XVI

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Chocolate era todo lo que los rodeaba. Se habían resignado a una muerte tan extraña como creativa.

Lo que creía Liam que eran sus últimos momentos en vida, los pasó pensando en qué habría pasado si hubiera sido honesto con Willy y los demás. Tal vez así hubieran sido más precavidos. Y ahora estaba aquí, a punto de morir ahogado en chocolate.

Sin embargo, la confusión llegó a los tres en cuanto el nivel del chocolate comenzó a descender. Tomaron una gran bocanada de aire en cuanto pudieron y limpiaron el chocolate de sus rostros, preguntándose qué era lo que ocurría.

—¿Qué está pasando? —preguntó Noodle, aún intentando recuperar el aliento.
—Se está drenando, Noodle. —respondió Willy, también tomando aire.
—Pero, ¿Por qué? —preguntó Liam, haciendo lo mismo que los otros dos.
—¡Nos salvaron!
—Pero, ¿Quién? —cuestionó la pequeña.
—No lo sé.

Wonka levantó su mirada hacia el cristal, sólo para encontrarse con aquella figura tan familiar como peculiar. —¡El hombrecillo naranja! ¡Miren! —festejó con alegría.
—Willy, no es momento para... —Dubois se tragó sus palabras, pues al voltear él y la niña, pudieron ver a aquel hombrecillo naranja que tanto afirmaban era alucinación de Willy.
—¡Gracias, hombrecillo naranja, gracias! —exclamó Noodle con euforia.
—¡No estabas alucinando! ¡Sí existe! ¡Muchas gracias hombrecillo naranja! —también exclamó un Liam muy eufórico y alegre.

Si bien, estaban sorprendidos por el hecho de que el hombrecillo naranja fuera real, era lo menos importante en ese momento.

Los tres comenzaron a gritar y a festejar mientras el chocolate descendía cada vez más y giraban junto con éste.

°°°

Los tres salieron, un par de minutos después de el Cártel, que estaba aceptando públicamente que "unos ladrones" habían tenido un accidente en el que habían fallecido.

—Yo no estaría tan seguro de eso. —interrumpió la voz de Willy, haciendo que todos miraran a los tres salir de la iglesia. —¿Podría revisar esto? —dijo a un oficial mientras Noodle entregaba el libro de contabilidad a uno de los dos oficiales que estaban en la entrada de la iglesia.
—Wonka. —dijo Slugworth con sorpresa al ver al mencionado y a sus otros dos amigos.
—Aquí hay todos los pagos ilegales que han hecho estos hombres. Miles de pagos. —afirmó Noodle.
—Mismos que intentaron ahogarnos a nosotros tres en chocolate. —dijo Liam, mirando de forma amenazadora a los otros tres chocolateros, que los miraban perplejos.

El jefe de policía y Slugworth intentaron convencer al oficial con el libro (llamado Affable, al parecer) de que era mentira, sin embargo, al este echar un vistazo y afirmar que era cierto, hizo que el jefe de policía intentara tomar el caso para encubrir sus huellas, en vano, pues él también estaba en el libro.

Arrestaron al jefe de policía.

Los otros tres chocolateros salieron corriendo de la escena. Liam y Noodle intentaron ir tras ellos, sin embargo, Willy los detuvo.

—Denles un momento. —dijo Willy antes de que los tres salieran volando.

Slugworth se detuvo de la punta de la fuente, mientras que Fickelgruber se sostuvo de él y Prodnose de Fickelgruber.

Wonka se acercó a la fuente y los miró de forma juguetona. Él ya lo había previsto. —¿No se comieron esos chocolates, o sí, señor Slugworth?
—¿Por qué? —preguntó el nombrado.
—Porque son flotachocs de acción retardada, pero extra fuertes.
—Te crees muy astuto, ¿No, Wonka? Pero hay millones de monedas en chocolate bajo nuestros pies. Tendré los mejores abogados, compraremos juez y jurado, de hacer falta. Vamos a estar bien.
—No se me ocurrió eso... —dijo Willy con falsa tristeza. Definitivamente había pensado en todo.

Subió su mirada hacia ellos con una sonrisa burlona. Claro que lo había pensado.

Se volteó hacia la niña. —¡Oye, Noodle!

Acto seguido, la nombrada golpeó una tubería para que, segundos después, el chocolate que guardaba el Cártel Chocolatero saliera de la fuente, lo cual significaba que los tres chocolateros estaban arruinados.

El golpe del chocolate saliendo, hizo que se soltaran y salieran volando. —No se preocupen, señores, bajarán tarde o temprano... Espero... Creo.

Liam se acercó a Willy y le sonrió.

—Hasta que haces algo bien, niño. —dijo con una sonrisa.
—Sólo son cinco años de diferencia.
—Sigues siendo un niño.

Los dos rieron. —Debo... Despedir a todos antes de que me arresten.
—Dijiste que no tendrías una condena tan grave y que podías zafarte fácilmente.
—Lo sé, pero quiero tener mi merecido castigo.
—Pues yo no quiero que mi socio esté en prisión.
—¿Socio?
—Cincuenta, cincuenta.

Liam rió entre dientes.
—Ni siquiera soy de ayuda, Wonka.
—Willy. —lo corrigió. —Y, como mi socio, claro que lo serás.
—No quiero dejar mi negocio.
—Lo discutiremos después. Ve a llamar a tu hermana. —dijo con una sonrisa. Dubois ahora era su mejor amigo y no quería que fuera a prisión, además de tener muchas ganas de tenerlo como su socio.

Liam sólo asintió con la cabeza y se dirigió a su oficina para llamar a su hermana.

°°°

Liam llegó a su local y dijo a todos que cerrarían temprano, por lo que podían irse a casa.

En cuanto el lugar se vació, Dubois se encaminó a su oficina.

Miró titubeante su teléfono en su escritorio.

No había tenido una buena charla con su hermana desde hacía tiempo... Y no, no tenía nada qué ver con Liam y sus chocolates, era más bien el hecho de que, la última vez que habían hablado, le había contado su plan con Willy. La respuesta de su hermana fue "Eres un imbécil. Lo último que deberías estar haciendo es ayudar a esos tres a deshacerse de la competencia. No es la primera vez que te lo digo, pero sí será la última. Llevo diez años diciéndote que nosotros dos podemos darles una lección a esos idiotas y te importa un bledo. Al parecer, prefieres llamarme quejándote de todo lo que hacen, ¿Y ahora esperas contrarrestar sus locuras deshaciéndote de un tipo de forma «agradable»? No te va a funcionar." Y colgó la llamada.

Liam no quería llamarla por dos razones: seguramente estaría enojada porque él no le había llamado después y no quería darle la razón.

Soltó una risa de sólo pensar que su hermanita menor era más inteligente que él.

Llamó su número y el teléfono sonó unos segundos antes de que escuchara una voz femenina del otro lado del teléfono:

—Habla Charlotte Dubois, ¿En qué puedo ayudarlo? —dijo aquella suave y femenina voz de forma amable.
—Charly. —saludó Liam con alegría al escuchar la voz de su hermana.

La mujer del otro lado rezongó. Odiaba ese apodo.

—Liam. —respondió aquella voz con seriedad. —Dos semanas, ¿Y no pudiste dignarte a llamarme?
—Pasaron un par de cosas desde nuestra última llamada.
—Me sorprende. Tu vida es tan nefasta y aburrida que no puedo creer que haya pasado algo lo suficientemente emocionante como para no llamarme en dos malditas semanas.
—A mí también me gusta hablar contigo, Charly.

Charlotte volvió a rezongar.

—¿Qué ocurrió, Liam?

✓Si tú me quisieras (Willy Wonka)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora