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Liam llevaba semanas solo, sintiendo que algo le faltaba.

Willy lo llamó los primeros días, preguntándole cómo estaba, diciéndole que ansiaba volver con él, que lo extrañaba y que lo amaba; que volvería pronto para verlo. Liam le creyó y esperó pacientemente, pues escuchar la voz emocionada de Wonka cuando le contaba cómo le iba era suficiente para hacerlo saber que valía la pena esperar.

Luego dejó de llamar. Primero un día, luego, dos... Cuando menos se dió cuenta, no había escuchado la voz de Willy en un mes. Los días eran cada vez más largos.

Dubois aún iba al teatro y compraba el asiento de Willy, no quería a nadie más a su lado. Quería pensar que Willy estaba ahí. Quería pensar que algún día lo encontraría ahí, esperándolo.

°°°

Por otro lado, Willy estaba muy emocionado. Faltaban dos semanas para terminar la gira y realmente ansiaba ver a Liam.

No había podido hablar con él, pues siempre que intentaba acercarse al teléfono Rossalia lo interrumpía, diciéndole que tenía cosas más importantes qué hacer e incluso lo ocupaba con cosas que no eran problema de Wonka.

Willy podía notar cómo Rossalia lo miraba, todas las veces que ella se recostaba en su hombro, incluso la forma en que se portaba con él, pero, al igual que con Liam, pensó que era simple amistad.

Estaban sentados en los sillones de su habitación de la casa de huéspedes en la que se hospedaban en Luxemburgo.

Vannucci estaba leyendo un artículo del periódico, el cual alababa a Wonka y la felicitaba a ella por lograr el exito de los chocolates de Wonka.

—El mundo a nuestros pies. —dijo Rossalia con una sonrisa antes de levantarse del sillón e ir por una botella de campaña. —Bueno, señor Wonka, esto... —sirvió dos copas, volvió al sillón y le extendió una copa a Willy. —Por los sueños de nuestras vidas.

Wonka le sonrió antes de brindar con ella. Se sentía demasiado feliz por aquello que había leído Rossalia. Mientras que ella se estaba esforzando por enamorar al joven Willy.

El de sombrero la miró a los ojos. Miró la sonrisa de la mujer. Esa sonrisa que solía pensar era amable. Pudo notar que esa sonrisa no era diferente a la forma en que Liam le sonreía, la sonrisa que vio en el rostro de Dubois cuando bailaron juntos. Esa misma sonrisa. Fue entonces cuando se dió cuenta: Vannucci quería conquistarlo.

—Dos horas para salir. —rompió Willy el silencio.

Vannucci, quien pensó que iba a obtener un beso, acercó su rostro al de Willy.

—Te he dado el mundo, ¿Verdad? —dijo con una sonrisa que pretendía ser coqueta.

Fue cuando Wonka entró en razón. Él no quería a Rossalia y nunca sería capaz de hacerlo. Él amaba a Liam y lo último que deseaba era romperle el corazón a Vannucci, por lo que decidió que era momento de dejarlo todo antes de que avanzara demasiado.

—Yo... Tengo que irme. Soy una distracción. Lo siento, Rossalia.

Estas palabras rompieron el corazón de la mujer, quien lo único que había estado haciendo los últimos dos meses había sido intentar cortejar a Willy.

—No... —dijo con tristeza y un tono de desesperación.
—Debes terminar la gira sin mí.
—¿Ya te vas?
—El itinerario está muy claro y, eh...
—¿Eso es todo?
—¿De qué hablas?
—Sólo soy otra de tus empleadas.
—Rossalia.

Willy se sentía culpable, no quería lastimarla, pero tampoco quería darle esperanzas.

La mujer dejó su copa en la mesa y se levantó del sillón, siendo imitada por Willy, quien caminó tras ella.

✓Si tú me quisieras (Willy Wonka)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora