IV

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Liam estaba tranquilo en su oficina, admirando los ahora dos chocolates guardados en su pequeña caja de cristal en el escritorio. Había pasado apenas un día desde que decidió "colaborar" con Wonka.

Tocaron la puerta de su oficina.
—Adelante. —dijo con un tono de voz serio. Dirigió su mirada hacia la puerta, despegando su atención de esa pequeña caja; había estado mirando sus archivos, pero estaba tan aburrido que decidió mirar esa caja de cristal. Exacto, eso era lo más emocionante de su día.

Pudo ver la puerta abrirse sólo para ver a Wonka entrar con su maletín. —Señor Wonka.

El mencionado cerró la puerta tras él y avanzó hacia el escritorio de Dubois.
—Señor Dubois. —dijo Wonka antes de detenerse frente al escritorio. Dirigió su mirada a la caja de cristal que contenía ambos chocolates. —¿En serio no piensas comértelos?

Liam negó con la cabeza.
—No se come la mercancía de la competencia.
—Ya no somos competencia, Dubois.
—Técnicamente, sí. Nadie debe saber que trabajamos juntos.
—¿Por qué no?
—¿Sabes lo mucho que me costaría el simple hecho de que sepan que estoy hablando contigo?
—Por algo aceptaste. —miró a Liam y a los archivos en el escritorio. —Eres un chocolatero que no encuentra dicha en el chocolate. Quieres cambiar eso, puedo verlo en tus ojos. —dijo con una sonrisa.

Liam miró a Wonka, le resultaba molesto lo mucho que podía saber ese mocoso con sólo verlo.
—Eres muy perspicaz, Wonka. —habló con un tono serio.

El mencionado tomó un chocolate de los que había fabricado específicamente para Liam y lo extendió para él.
—Anda, cómelo. No te vas a morir si lo pruebas.

Dubois rió irónicamente y reviró los ojos.
—Eres absurdamente molesto. —se levantó de su asiento y caminó hacia Wonka, se detuvo frente a él y tomó el chocolate. —Que quede claro que no hago esto porque me agrades. —se llevó el chocolate a la boca. Su rostro se llenó de sorpresa al probar el sabor tan diferente y especial de aquel chocolate. —Esto es... Diferente. —dijo, intentando no perder la compostura.
—¿Suficiente para causar dicha en el chocolatero menos dichoso?

Liam rió entre dientes.
—Se necesita más que un chocolate para lograr eso. —se dirigió a su asiento y se sentó. Señaló uno de los dos asientos que estaban enfrente de su escritorio. —Tome asiento, señor Wonka.

Willy se dirigió a ese asiento y se sentó en este.
—Dígame, señor Dubois, ¿Qué es en lo primero que piensa cuando escucha la palabra "magia"?

Liam se mofó.
—La magia no existe, señor Wonka.
—¡Ahí está! Es escéptico.
—Sólo digo la verdad.
—¿Entonces cómo explica lo que yo logro hacer?
—Mucha experimentación, ¿Yo qué sé?
—Por eso estoy aquí.

Tomó su maletín y lo puso en el escritorio.
—¿Para qué es eso?
—Es mi fábrica de viaje, por supuesto.
—¿Fábrica de viaje?

Pudo ver aquel maletín convertirse en una clase de fábrica en miniatura, con un montón de diferentes ingredientes en pequeños frascos.
—Los chocolates son más que cacao procesado.
—Ah, ¿Sí?
—Sí. Son magia, alegría y... Una pizca de ingredientes especiales.
—¿Ingredientes especiales?
—Nube plateada, lágrimas agridulces de un payaso ruso, por ejemplo.
—¿Nube plateada, lágrimas agridulces? Wonka, lo que dices son delirios.
—¡Abre tu mente, anciano!
—¿Anciano? —rió entre dientes. —Tengo treinta, por si no sabías.

Liam escuchó a Wonka reír ligeramente.
—Entonces sí eres un anciano.
—Eso te convierte en un mocoso de quince.
—Veinticinco, en realidad.
—¿Ves? Sólo eres cinco años más joven.
—Sí, pero tu edad suena más seria que la mía.

✓Si tú me quisieras (Willy Wonka)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora