VII

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Liam volvió a su oficina y se encontró con Willy sentado en su silla y creando un chocolate en su pequeña fábrica.

Caminó hacia él y lo miró con seriedad.
—Ese es mi asiento. —dijo con un tono neutro.
—Oh, sí, perdón. —se disculpó Wonka antes de levantarse rápidamente del asiento. Dubois no pudo evitar reír ante su reacción.
—Tranquilo, no importa, es sólo un asiento.
—¿Seguro?
—Siéntate.

Willy le dirigió una sonrisa y se volvió a sentar para devolver su mirada a la fábrica. Liam se acercó a él y se asomó sobre su hombro. —¿Y qué haces?
—Un chocolate.

Dubois rió.
—Lo sé, tonto, pero ¿Qué clase de chocolate?
—No sé, a veces mezclo ingredientes y puede resultar en algo increíble... —tomó el chocolate recién hecho y lo extendió hacia Liam. —Pruébalo.

El mayor tomó el chocolate y lo llevó a su boca. Una explosión de sabor invadió su paladar.
—Guau... Eres realmente talentoso, Willy.

El mencionado sonrió con alegría.
—Me alegra que pienses eso.

Liam le devolvió la sonrisa.
Tomó un archivo de uno de los cajones y lo puso frente a Wonka.
—A propósito, hice un reporte de ganancias.
—¿Eh?
—Ya sabes, un reporte de ganancias. Te recuerdo que parte del acuerdo era ayudarte a vender tus chocolates, cosa que no es fácil, Willy. He tenido suerte de que nadie se haya enterado aún.
—No entiendo tu insistencia con que nadie sepa que trabajamos juntos, así sería más fácil para mí y no tendría que huir. —dijo Wonka mientras tomaba el archivo.
—No es importante. Léelo, a mi parecer, esos números son sorprendentes, quiero decir, ni siquiera yo tuve tantas ganancias en la primer semana.
—Eres bueno con los números.
—Mis papás, en sus intentos de hacerme cambiar de opinión, me pusieron a estudiar contaduría... Odie cada segundo, pero es útil, sinceramente; aunque sólo estudié un año.
—Ya veo...

Wonka abrió el archivo y fingió leerlo; lo único que entendía eran las gráficas y los números grabados.
—¿Qué opinas?
—Uh... Sí, muy bien.

Liam no pudo evitar soltar una risa irónica.
—¿Nunca habías visto un reporte de ganancias?
—Nunca había visto tantas letras en una hoja... —dijo Wonka entre dientes, esperando no haber sido escuchado.
—¿Qué dijiste?
—¿Eh? ¡Nada!
—Uh... De acuerdo...

Se creó un pequeño silencio incómodo.

Wonka carraspeó, intentando romper con el silencio.
—Bueno... Ya que ya eres parte del equipo... Me gustaría presentarte al resto.
—¿Al resto?
—Sí, ¿Creíste que éramos sólo nosotros dos?

Liam rió entre dientes.
—Ya veo que no.
—Vamos, deben estar donde siempre me dejas.

Y así, Liam y Wonka salieron a escondidas de la fábrica e, igual que siempre, el de sombrero se escondió en la parte trasera del auto.

°°°

Mientras conducía, Dubois vigilaba que el jefe de policía o los otros chocolateros no estuvieran ahí.

Llegaron al lugar donde Liam siempre dejaba a Wonka y, esta vez, ambos salieron del automóvil.

—Aquí no hay nadie.
—¡Ven!

Willy jaló a Dubois del brazo y lo llevó hacia la salida del ducto de ropa.

Cuando llegaron, Liam se encontró frente a frente con el ex contador de Slugworth (quien inmediatamente lo reconoció), la plomera que habían despedido por su culpa, un chico pelirrojo de cabello rizado y una niña que le parecía muy familiar. —Miren, él es...

Antes de que Willy pudiera terminar, fue interrumpido.
—Liam Dubois. —dijo el ex contador de Slugworth con una mezcla entre molestia y seriedad.
—Abacus. —saludó Liam con una sonrisa forzada. —Piper.
—¿Se conocen? —preguntó Wonka con confusión.
—Algo así.

Abacus y Piper miraban a Liam con molestia, mientras él sólo los barría con la mirada.
—¿Qué hace él aquí? —preguntó Piper.
—¿Recuerdan que les dije que alguien importante formaba parte del equipo? Es el señor Dubois. —explicó Wonka con una sonrisa.
—De ninguna manera, él no puede formar parte de esto. —Abacus estaba a punto de decir que Dubois trabajaba con el Cartel, sin embargo, este lo fulminó con la mirada y le hizo una seña para que no dijera nada.
—¿Por qué no?
—Porque, eh...
—Por su culpa terminé aquí. —interrumpió Piper.
—¿Qué? —preguntaron todos a excepción de Liam y, obviamente, Piper.
—Él hizo que me despidieran.

Las miradas se fijaron en Dubois.
—Siempre tan oportuna, Piper. —respondió Liam con seriedad. —Sí, por mí te despidieron. Cosa que no habría pasado si no hubieras hecho mal tu trabajo.
—¡Fue un accidente!
—Tú accidente provocó una gotera incansable en mi techo.
—Lo hubiera reparado si no me hubieras echado.
—¿Qué es de ti ahora? No volví a saber de tí y tu pésimo trabajo.
—Por tu culpa, ahora trabajo en la lavandería de Fregoso y Lejía.
—¿Por mi culpa? No es mi culpa que hayas decidido trabajar en una lavandería.
—¿Crees que yo lo decidí? ¡Todos aquí trabajamos ahí sin haberlo decidido!

La mirada de Liam se tornó en una confusa.
—¿Todos?

Willy interrumpió la conversación.
—¡Bueno, ya! No más discusiones. —dijo Wonka en un tono incómodo.
—Willy, ¿A qué se refería con...?
—¡No importa! —dijo con nervios. —Quería que se conocieran ya que ahora trabajamos juntos.

Liam cambió su rostro a uno neutral e hizo una pequeña reverencia.
—Mucho gusto conocerlos.
—El gusto es nuestro. —dijo la pequeña de tez oscura.
—Perdona que pregunte, pero... ¿Cuál es tu nombre, pequeña?
—Uh... Noodle.
—Huh... No me suena... Perdón, creí haberte reconocido. —le sonrió a la niña.

Se acercó al chico pelirrojo. —Un gusto...
—Larry. —respondió éste.
—Un gusto, Larry.

Se dirigió hacia la chica con anteojos y tomó su mano. —Mucho gusto, señorita...
—Lottie. —dijo aquella chica.
—Lottie. —replicó con una sonrisa y besó ligeramente la mano de la chica; soltó su mano y retrocedió un poco. —Bueno, ha sido un placer conocer rostros nuevos y un par ya conocidos... Lamentablemente, creo que ya debería irme.

Así, todos se despidieron de Liam, quien, después de despedirse, fue acompañado por Willy hacia su automóvil.
—Bueno... Adiós.
—¿A qué se refería Piper con que todos trabajan en la lavandería? —preguntó, mientras ambos se detenían frente a su auto.
—Eh... No es nada.
—Creí que te habías estado hospedando ahí.
—Y eso hago... Ella... No le hagas caso.
—Willy, si los están explotando de algún modo, mi hermana es abogada, puedo...
—¡Ya vete! Se te hace tarde.

La razón por la que Wonka no quería que Dubois supiera de su situación, era porque le daba vergüenza tener que explicarle lo que había sucedido por culpa de su propia estupidez.

Liam suspiró profundamente.
—De acuerdo. —subió a su automóvil y se asomó a por la puerta. —Puedes decirme si sucede algo, Willy.
—Nada sucede...
—Bueno... Nos vemos, entonces.
—Nos vemos.

Y así, Liam emprendió camino de regreso a su oficina.

✓Si tú me quisieras (Willy Wonka)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora