XIII

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Liam estaba encerrado en su oficina, tomando lo que quedaba en su botella de tequila.

Esas últimas dos semanas, solamente había bebido una vez. No recordaba lo jodido que era estar bebiendo todo el día mientras se lamentaba.

Su teléfono sonaba cada cinco minutos y él solamente lo dejaba sonar. Sinceramente, el sonido lo aturdía, pero no contestaría, porque sabía quién era o, mejor dicho, quiénes eran.

No tenía ganas de discutir con ellos, esa noche vería a Wonka morir, no estaba listo para esto. Willy se había convertido en su único amigo y ahora moriría por su culpa, Liam definitivamente no estaba preparado mentalmente.

Se ahogó en tequila hasta que la botella (que estaba casi a medias antes de que empezara a tomar) se había terminado. Cuando no salió una gota más, lanzó la botella con desesperación hacia la puerta de su oficina y, cuando esta se estrelló, no hizo más que gritar de forma desgarradora. Desde esa mañana las lágrimas no habían dejado de salir.

El día en el que se enteró de que Maurice murió, no había salido de su casa. Se resistió a tomar, pues Clinton le había rogado que dejara de hacerlo y ese día, por respeto a él, no tomó, en su lugar, se la pasó acostado en su cama, abrazando una almohada, llorando y maldiciendo en voz alta mientras deseaba nunca haberse metido en ese mugroso negocio; pero esta vez era diferente, esta vez él había colaborado, esta vez él iba a matar a su propio amigo y eso era algo que ni mil tragos podrían revertir y eso lo frustraba.

Llorar y gritar no revivió a Maurice y, definitivamente, ahogarse en alcohol no salvaría a Willy.

15:43 p.m.

Dubois decidió que había sido suficiente autocompasión y levantó el teléfono, harto de que hubiera estado sonando sin parar por las últimas 3 horas.

-Dubois. -saludó la molesta voz de Arthur.
-¿Qué? -respondió Liam de forma grosera.
-Sabes perfectamente qué.
-No voy a ir a que hagas tu teatrito, Arthur, yo sé lo que hice y por qué lo hice.
-Déjate de niñerías y ven ahora.
-¿Quién te crees? ¿Mi padre? Él no me habla desde hace diez años si no es por mi cumpleaños, ¿Crees que te haré caso?
-¡Ven aquí ahora, mocoso!
-¡Oblígame!
-Morirás con Wonka, maldito mocoso.
-Tengo treinta años, Arthur, treinta, ¿Lo entiendes, pedazo de imbécil? -exclamó Liam con molestia. -Estoy harto de sus juegos retrasados de matar, por una vez quise contribuir de forma no violenta, ¿Qué crees? No resultó, ¿Y qué? En lugar de matar gente, deberían tener más autoestima y dejar a los demás tranquilos.
-No sabes en lo que te metes, Dubois.
-No, tú no sabes en lo que te metes, Slugworth. Tú podrás ser un poderoso chocolatero, pero no eres más que eso. Yo vengo de una familia influyente, te puedo hundir si se me da la gana.
-¿Me estás amenazando?
-Sí, ¿Qué vas a hacer? ¿Matarme?

Se creó un enorme silencio.
Por primera vez, Liam se había atrevido a desafiar a ese estúpido arrogante que ya lo tenía harto. -Nos vemos a la media noche para que Wonka tome su barco. Si después de eso me entero de otro asesinato, juro por Dios que iré a la policía a entregar ese estúpido registro.
-Podemos comprar a todo el mundo.
-Yo me encargaré de eso.
-Te hundirás con nosotros.
-Me lo merezco.
-Eres un...

Dubois no escuchó una palabra más, pues colgó la llamada. Por fin no tendría que seguir soportando a esos tres.

Llegó la hora de cerrar el local y condujo hacia su casa. Quería cambiarse antes de que todo pasara.

Llegó a su casa y caminó, medio ebrio hacia su cuarto. Igual no había tomado tanto.

Chocó con la puerta de su cuarto antes de desplomarse en su cama y abrazar su almohada. No podía creer lo débil que era, simplemente era incapaz de dejar de llorar.

✓Si tú me quisieras (Willy Wonka)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora