XXVI

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Había pasado aproximadamente una semana.

Rossalia había sido llevada a Galerías Gourmet, había conocido el lugar y quedado encantada. Además de que ella y Willy habían planeado la presentación del producto.

El lanzamiento sería una semana después.

Había llegado el día del lanzamiento y Wonka estaba muy nervioso.

Miró por fuera de la puerta de la fábrica que estaba apunto de abrir la multitud de gente que estaba afuera.

—Todos vinieron... Incluso tus padres... —murmuró con emoción mientras miraba a la gente afuera.
—¿Estás feliz, Willy? —preguntó Liam con una sonrisa.
—Espero que todo salga bien.
—Lo hará. —hizo una pausa. —¿No podías ponerte otra ropa?
—Pero este es mi atuendo característico.

Liam rió entre dientes.

—Bien. Suerte, Willy. A propósito, el Oompa-Loompa, ¿Él no va a formar parte de la presentación?
—Oh, no, le dije que se tomara el día libre.
—¿Qué? ¿Por qué?
—Todos lo verían.
—¿Qué?

Estas palabras desconcertaron a Dubois. Desde que lo conocía, Willy se esforzaba por demostrar que en hombrecillo naranja existía, ¿Y ahora quería ocultarlo?

—Dijo Vannucci que eso no atraería a la clientela.

Liam no pudo responder, pues era hora de la gran apertura. —Me tengo que ir.
—Suerte, Willy. —se despidió con una sonrisa.

Luego de días de pegar pósters y anunciar la chocolatería, por fin había llegado el día.

Se abrieron las puertas y luces comenzaron a aparecer.

Willy presentaba su fábrica y sus productos de forma formal... Era exactamente el gusto de Liam, pero... No era el estilo de Willy. Él hubiera cantado una canción, bailado y divertido a los clientes. Este no era Wonka, era Vannucci.

Aún así, le alegraba que la vestimenta de Willy no hubiera sido influenciada por Vannucci. Se había acostumbrado tanto a ver a Willy con ese viejo atuendo que ahora le gustaba cómo se veía. Cómo se le veía a Willy, porque sabía que no se vería bien en nadie más.

Miró a Vannucci, quien veía a Wonka con orgullo mientras hacía la presentación que le había pedido... Pero había más que orgullo en su mirada... Había un destello que Liam no podía descifrar.

Willy estaba emocionado, pues la gente estaba comprando chocolates por montones. Se sentía tan feliz de que todo hubiera funcionado. En ocasiones, miraba a Rossalia. Se sentía agradecido con ella.

°°°

Para festejar la apertura, Liam financió una gala en la nueva casa Wonka, donde, obviamente, fue mucha gente influyente.

Willy estaba presentándole a alguien muy especial a Vannucci.

—Señorita Vannucci, ella es... —fue interrumpido por una voz femenina.
—Charlotte Dubois, su novia. —se presentó Charlotte con una sonrisa. Willy la miró confundido, pues él aún no le pedía noviazgo.

Por otra parte, Charlotte sentía celos de esa chica. Tenía una vibra rara cuando estaba cerca de Willy que no le gustaba. Además de que acababa de discutir con él por el hecho de que aún no le había pedido noviazgo.

—Mucho gusto, señorita Dubois. —saludó Vannucci con cortesía. —He escuchado mucho sobre usted. La admiro bastante.
—Gracias. Yo también había escuchado de su trabajo. La mujer italiana más joven que ha impulsado grandes marcas. Treinta años, ¿No?
—Así es. Me halaga que usted conozca mi trabajo.
—Yo he comprado productos de marcas que usted ha impulsado, aunque, ¿Quién no?
—Aunque, me intriga que Wonka nunca mencionó una novia.

Charlotte miró a Willy con ojos amenazantes.

—Discúlpelo, debe estar demasiado ocupado. Seguro lo olvidó.

°°°

Liam sólo miraba la discusión de Charlotte y Willy desde lejos. La señorita Vannucci había estado hablando con otros invitados, así que no estuvo enterada de esta discusión.

Al mayor de los Dubois le parecían muy cómicas las discusiones entre su hermana menor y su mejor amigo.

—Liam. —lo llamó una voz masculina.
—¿Sí? —respondió Liam. Al voltear, pudo mirar a sus padres.
—Has hecho bien asociándote con Wonka.
—Gracias. —hizo una pausa. —Déjenme presentarlos. —caminó hacia Rossalia, quien tomaba una copa de vino. —Disculpe, señorita, quisiera presentarle a mis padres: Gabriel y Meredith Dubois.

La mujer los saludó con gran euforia y admiración.

—Oh, por Dios... Mucho gusto, señores Dubois. Es un gusto. —saludó, intentando ocultar la gran emoción que sentía.

Willy y Charlotte se acercaron a la plática.

—¿Qué está pasando por aquí? —preguntó Charlotte, incluyéndose en la conversación.
—Ah, nada, Charlie. Sólo mamá y papá recordando que tienen un hijo mayor.
—Liam, aquí no.
—¿"Aquí no"? ¿Temes que avergüence a nuestros padres delante de sus finos amigos? No. No creo tener ese poder. Un hombre que nació en la gloria y decidió convertirse en un hombre insignificante con una vida insignificante. —atacó a su padre. Claramente aún le guardaba rencor después de tantos años.
—Toda esa fortuna y aún sigues siendo un mugroso chocolatero que es únicamente reconocido en las Galerías.
—Largo de aquí.

Los padres de Liam y Charlotte se retiraron del lugar, dejando a todos en una situación incómoda.

—Bueno, querido Wonka—dijo Vannucci caminando hacia una botella de champaña. —, me parece que esa champaña gratis era para llamar a la tragedia. —dijo, sirviendo champaña en su copa.
—Llámeme Willy. —dijo Wonka con una sonrisa.
—Bien, Willy.

La molestia de Charlotte con su hermano por su comportamiento y con Vannucci por la forma en que se dirigía a su "novio" la hicieron retirarse del lugar.

—Char... —murmuró Willy antes de que Charlotte abandonara el sitio.
—Ahora, por favor, levanten sus copas. —dijo Rossalia en voz alta, levantando su copa ahora llena con champaña. —Por el señor Wonka, que nos ha demostrado que la posición de un hombre sólo se limita por su imaginación.

Todos levantaron sus copas y brindaron entre ellos.

—Gracias. —dijo Willy con una sonrisa, acercándose a Vannucci.
—Es difícil entender a la clase privilegiada cuando naces en ella. —dijo Rossalia en voz baja.

Willy rió entre dientes. —Hay ocasiones en las que siento que no pertenezco aquí.
—¿Tú? —preguntó Wonka con incredulidad.
—Me tuvieron fuera del matrimonio y eso trajo vergüenza a mi familia. La vida siempre se encarga de demostrarme que no merezco un lugar en este mundo y eso es un vacío que ninguna riqueza puede llenar.

Willy y Rossalia se miraron a los ojos en un largo pero cómodo silencio.

Mientras tanto, Liam los veía de fondo. Le molestaba ver la forma en que se miraban y lo cerca que estaban, pero no lograba entender por qué.

La molestia se volvió más grande y tuvo que retirarse antes de explotar y hacer una estupidez.

En lugar de irse a alguna parte de la nueva residencia Wonka, se fue a su casa. A su pequeña casa en Galerías Gourmet, situada a 20 minutos de la nueva casa de Willy.

Se encerró en su habitación. No lograba entender por qué se sentía tan mal acerca de que Charlotte fuera novia de Willy o que Vannucci tuviese un posible interés por Willy, después de todo, a él no le importaba.

Decidió ignorar sus sentimientos y ver la televisión. Esperar a que Willy volviera a casa, si es que lo hacía.

✓Si tú me quisieras (Willy Wonka)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora