IX

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Liam llegó a su oficina a la misma hora de siempre.

Estuvo toda la mañana pensando en Wonka, en el plan que tenía para hacerlo acabar con sus sueños. Comenzaba a arrepentirse.

Era mejor terminar con la amistad de Wonka, confesarle todo lo que pasaba con el Cartel y, tal vez, así se rendiría. El problema era que Willy Wonka era muy obstinado y jamás abandonaría su sueño. Él era tan apasionado por su trabajo que no se detendría por eso; tenía la audacia de huir de la policía mil veces y seguir saliendo a vender chocolates una y otra vez.

Se sentía una persona terrible por intentar romper las ilusiones de Willy, pero no lo dejaría morir y menos ahora que le agradaba.

Estaba demasiado ocupado tomando tequila, escuchando música de Frank Sinatra y mirando al techo con los ojos cerrados, sumido en sus pensamientos, que no se dió cuenta de que Willy Wonka había entrado al lugar.

El de sombrero golpeó el escritorio, como si estuviera tocando una puerta, llamando la atención de Dubois quien, inmediatamente, salió de sus pensamientos y miró a Wonka.
—¿Willy? ¿Qué haces aquí? —preguntó con sorpresa. Había perdido la noción del tiempo.
—Te estoy enseñando a hacer chocolate, ¿Lo olvidas? —respondió Wonka con una sonrisa. Dirigió su mirada a la botella de tequila y luego la devolvió a Liam. —¿Tomando tequila otra vez?
—¿A qué te refieres con "otra vez"?
—Bueno, no soy muy observador, pero el contenido de la botella no había bajado la última semana. —divagó. —¿Qué es lo que te preocupa?
—¿Por qué supones que es por eso?
—Sólo lo sé.

Liam rió entre dientes. Le parecía muy gracioso cómo Wonka podía ser tan perspicaz.
—No es nada, Willy.
—Como digas. ¿Empezamos?
—Hoy no, Willy.
—¿Hoy no?
—Es aburrido, siempre estamos aquí encerrados. Acepté trabajar contigo para dejar mi "vida aburrida" como tú la llamas, ¿No?
—No puedo salir, ¿Lo olvidas?
—¿No sabes decir otra cosa? —le aventó un saco color beige y una boina del mismo color. —Póntelo.
—¿Para qué es esto?
—Para que no te reconozcan, tonto.
—¿Con un saco y una boina?
—Nunca te han visto vestido así, además, combina con tu pantalón.

Wonka lo miró con confusión en sus ojos y una pizca de vergüenza.
—Supongo...
—Puedes ir al baño, si quieres, está por allá. —dijo, señalando una puerta que se encontraba cerca de la puerta que daba a su oficina, pero sin toparse.

Willy se dirigió a esa puerta, y entró a lo que suponía ser el baño.

Miró aquel baño absurdamente amplio para ser un simple inodoro, papel higiénico, un lavamanos, una toalla para manos y un pequeño espejo arriba de éste; tenía un estilo minimalista y un par de focos empotrados en el techo que emanaban luz amarillenta.

Salió después de, aproximadamente, 10 minutos, con su saco morado y su sombrero en sus brazos.
—¿No me veo ridículo?

Liam se quedó mirándolo un par de segundos.
—A ver, deja eso en el escritorio.

Wonka titubeó antes de caminar hacia el escritorio de Dubois y dejar su saco y su sombrero en el escritorio.
—¿Ahora?

El de traje gris examinó unos segundos a Willy y luego soltó una risa ligera.
—Definitivamente te ves ridículo.

Wonka le lanzó su sombrero a Liam, quien rió a carcajadas y se puso el sombrero. —No puedes enojarte conmigo por decir la verdad.
—Quítate mi sombrero, a tí no te queda.
—Yo creo que se me ve mejor.
—Ni siquiera te has visto.
—Sólo lo sé.

Willy rió entre dientes.
—¿Nos vamos a ir o qué?
—Eres un aguafiestas. —dijo, quitándose el sombrero y tomando el saco de Wonka para esconderlos en algún mueble.
—Antes sólo reías por obligación y ahora no te cansas de reírte de mí.
—Decídete, ¿Quieres que deje de ser un amargado o no?

✓Si tú me quisieras (Willy Wonka)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora