II

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Liam se dirigió a su oficina. Llevaba rato revisando archivos.

Eran tan aburridas las cuatro paredes de su maldita oficina.
Tenía el mundo a sus pies, era un gran chocolatero e hijo de los joyeros más importantes del mundo... Entonces, ¿Por qué se sentía tan vacío? ¿Desde cuándo hacer lo que tanto amaba y había soñado desde pequeño se había convertido en algo tedioso? Ni siquiera volver a su casa a descansar lo hacía sentir mejor.

Dirigió su mirada a una pequeña caja de cristal que tenía en su mesa: contenía el "flotachoc" que le había comprado a Wonka que, por alguna razón, aún no se había derretido.

Miraba con atención ese chocolate... ¿Cómo logró este chico hacer un chocolate tan impresionante? Liam siempre soñó con eso: hacer chocolates increíbles y extraordinarios que generaran dicha en cualquiera.

Sus chocolates eran buenos y tenían un sabor completamente diferente a cualquier otro, pero había caído en la misma monotonía de barras aburridas y sin chiste, ¿Dónde estaba esa alegría, esa chispa, ese detalle extraordinario?

Entonces, su teléfono sonó.

—¿Diga? —habló Dubois.
—Iglesia, ahora. —se escuchó la voz de Slugworth del otro lado del teléfono.

Se colgó la llamada.

Liam suspiró profundamente. Sabía que eso significaba que el Cartel Chocolatero haría una reunión en el "cuartel" que tenían justo debajo de la iglesia.

Miró el cajón superior derecho de su escritorio, lo abrió y sacó una pequeña caja color negro, era una caja parecida a los estuches para anillos, se puso su gabardina negra y salió de su oficina, después de su tienda y al final de Galerías Gourmet.

°°°

Estaban todos reunidos en su cuartel.
—Creo que todos aquí sabemos la razón de esta reunión. —habló Slugworth en un tono autoritario.
—Ese tal "Wonka" va a ser un problema. —afirmó Fickelgruber.
—¿Por qué lo sería? —preguntó Dubois al aire con ligero desinterés.
—¿"Por qué"? —dijo Slugworth. Se mofó. —Porque sus chocolates tan... Extravagantes se van a llevar a atención.
—Necesitan más seguridad en ustedes mismos.

Slugworth se acercó a él de manera amenazante.
—Te recuerdo que, la razón por la que te dejamos seguir con tu negocio fue porque te unirás al Cartel y nos ayudarías en nuestros planes. Así como permitimos que siguieras, podemos evitarlo.

Dubois rió sarcásticamente.
—Conozco sus trucos y sus estrategias. Además, recuerden que la otra razón fue porque soy parte de la familia Dubois y que ellos no estarán muy contentos de saber que ustedes interfieren en mi éxito. Mi hermana es abogada y yo prácticamente nado en dinero. —dijo en un tono desafiante mientras esbozaba una sonrisa egocentrista. —¿En serio quieren siquiera intentarlo?

Slugworth lo miró con una furia ardiente en sus ojos, estaba claro que odiaba el comportamiento de ese mocoso y que deseaba con todo su ser deshacerse de él en cuanto pudiera.
Mantuvo la compostura y rió.
—Siempre con ese buen sentido del humor, Dubois.
—Siempre con esos buenos chistes, Slugworth.

El mencionado reviró los ojos con molestia.
—Como sea, tenemos que deshacernos de él.
—Exactamente, ¿Cómo? —preguntó Prodnose.
—Tenemos a nuestro oficial, él hará lo que queramos si se lo pedimos, sólo necesitamos mostrarle una buena cantidad de chocolate.

Liam se mofó.
—Qué ridículo.

Todos voltearon a verlo.
—¿Disculpa?
—Dejarse sobornar con chocolate, ¿Por qué no dinero? Sólo fue necesario que le dieran cincuenta cajas de ese mugroso chocolate para que se deshiciera de Maurice.

✓Si tú me quisieras (Willy Wonka)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora