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Habían pasado unos días desde este suceso y Liam decidió que no dejaría que Wonka renunciara a sus sueños.

Era hora de ser mejor persona y enfrentar al Cártel Chocolatero, así eso implicara arruinarse él también.

Él y el resto del equipo, se habían puesto de acuerdo para juntar dinero y comprarle a Wonka la vieja chocolatería Clinton. Dubois accedió a contribuir con el dinero y así sorprender a Willy al día siguiente.

°°°

Llegó el día siguiente Dubois esta vez fue detrás de la lavandería de Fregoso, con el fin de darle aquella sorpresa a Wonka junto al resto de sus amigos.

Pudo escuchar unas voces provinientes del carrito de ropa.
—¿No me crees, verdad? —se escuchó la voz de Willy, a lo que las demás voces negaron.

Acto seguido, los cinco adultos que se escondían en las bolsas de ropa, salieron de ahí. El de sombrero se percató de la presencia de Liam y lo miró extrañado, pues este nunca iba a recogerlo ya que él siempre iba a verlo después de huir de la policía. —¿Liam? —preguntó con extrañeza.
—Willy. —saludó con una sonrisa, alegre de ver a su socio.
—¿Qué haces aquí?
—Vengo a interrumpir tus ventas, Willy.
—Desgraciadamente, el hombrecillo naranja volvió, por lo que hoy no puedo vender chocolate.
—¿No hiciste chocolate?

Las palabras de Wonka hicieron que Liam pensara que le habían contado la sorpresa que le tenían y que, por eso, no había hecho chocolates.
—¡Si hice! ¡Pero el hombrecillo naranja se lo llevó!
—Willy...
—¿Tampoco me crees?
—Si alguien te dijera que un hombre miniatura de color naranja le roba por las noches, pero que nunca había podido atraparlo, ¿Le creerías?
—Por supuesto.

Dubois resopló de forma burlona.
—Por Dios, Willy.
—Como sea, —interrumpió Noodle. —Hoy no hace falta vender chocolate.

Wonka la miró con confusión.
—¿Y por qué no? —preguntó Wonka.
—¿Recuerdas ese local con el que sueñas siempre? Juntamos unos ahorros y, bueno, el señor Dubois aportó.

La pequeña sacó las llaves del local y se las mostró a Willy, quien la miró con una sonrisa.

A regañadientes, Liam aceptó que el resto del equipo fuera al local por las alcantarillas, mientras él se iría en su automóvil y estacionaría afuera de su propio local para que nadie sospechase.

Abrieron el local, dejando ver su interior gastado y abandonado.
—Sé lo que estás pensando. —afirmó Abacus en cuanto todos entraron al local. —Puede que necesite algo de trabajo.

Cerraron la puerta del local y encendieron las luces.
—Parece que dejaron abierta el agua hace veinte años y se cayó el techo. —dijo Piper. —Y el techo de arriba, y el de arriba de ese.
—Por eso podemos pagarlo. Por una semana, al menos.

Dubois consideraba una falta de respeto la forma despectiva en que se referían al local, pero tenían razón, estaba demasiado desgastado.

—Y será un negocio legítimo. —dijo Lottie. —La policía ya no tendrá pretextos para molestarnos.
—Y... ¿Qué te parece, Willy? —preguntó Noodle. —¿Te gusta?

Willy solamente miraba a su alrededor, asombrado.
—¿Me gusta? —dijo Wonka, con un tono de voz que sonaba tan triste, pero, a la vez, sonaba alegre. —Noodle, es lo que siempre imaginé... No, olviden eso, es mejor de lo que imaginé. —dijo con una sonrisa. —¡Sólo miren este local! —exclamó con emoción. —Sí, está en ruinas, pero ¡El potencial, la estructura! Se los prometo: esta será la mejor tienda de chocolates que el mundo haya visto. —señaló a la niña. —No lavarás por mucho tiempo, Noodle. ¡Todos seremos libres, libres como flamencos!

✓Si tú me quisieras (Willy Wonka)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora