⁹ 'Iᴍ sᴏʀʀʏ, Jᴀᴄᴋɪᴇ'

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Apenas puso un pie dentro de la casa, pudo percibir la tensión que está se cargaba, lo que le hizo hacer una mueca de disgusto. Odiaba cuando la casa estaba así.

Se sacó el piluso azul que le había dado Isaac el día de ayer y entró a la cocina, encontrándose a Nathan detrás de la isla de la cocina, Alex desayunando del otro lado y los tres castigados desayunando en la mesa redonda.

Fijo su mirada en el pelinegro, notando como sus hombros estaban igual de tensos que el mismo ambiente. Sus ojos estaban puestos en su desayuno, el cuál comía con todas las ganas del mundo, nótese el sarcasmo.

Isaac pareció sentir su mirada por lo que alzó la suya.

El mayor relajo su mirada y facciones al notar que se trataba de ella, haciendo que la rubia sienta un escalofrío recorrer toda su columna por notar la suavidad que tomaron los ojos contrarios.

— Buenos días. — Dijo y se encaminó hacía la heladera mientras escuchaba a Nathan y Alex responder a su saludo, menos los tres castigados en la mesa.

El ambiente tenso que había antes de que ella hablara, pareció suavizarse luego de aquellas dos cortas palabras. Los hermanos García relajaron sus músculos luego de escucharla hablar en lo poco que iba del día.

— ¿A mí tampoco me van a hablar?

— Buenos días, Lay. — Dijeron Jordan y Lee.

— Buenos días, Lady.

La chica sonrió, acercándose al castaño que estaba apunto de servirse la leche.

— Mucho mejor. Nate, ¿Me sirves un poco? — Pregunto la chica, con su tazón de cereales en sus manos.

El castaño sonrió antes de servirle un poco de leche. La chica le sonrió en agradecimiento y se dirigió hacía la mesa de los castigados cargada de tensión.

— ¿Me haces un lugar? — Le pregunto al pelinegro, quién solo se movió en su silla sin decir una palabra.— Isti...

— Siéntate en mis piernas. No estoy de humor para pararme, Lady. — Murmuró al sentir la mirada confundida de la rubia encima de él.

Lee y Alex empezaron a toser, por lo que Isaac los miro a ambos sabiendo de su repentino ahogó mientras que Nathan, Jordan y Laray se quedaron como estatuas.

Isaac suspiró, palmeando la espalda de su hermano mientras que con su mano libre agarraba la cintura de la rubia, tirándola hacía su lado hasta hacer que se quedara sentada en su regazo.

Una vez Lee y Alex, quienes no podían dejar de ver la escena de ambos chicos, estuvieron mejor, Isaac le sonrió a su hermano y empezó a desayunar nuevamente.
Laray estaba como estatua, con sus ojos fijos en Nathan que hasta se había puesto rojo por la sonrisa que amenazaba con salir de sus labios.

— Ten. — La voz del pelinegro debajo suyo la distrajo. Él le estaba dando tostadas mientras que su mano aún no salía de su cintura.— Con leche con cereal no te vas a llenar.

— G-Gracias... — Murmuró en voz baja, con sus mejillas apunto de explotar y con su mano temblando, agarró una tostada.

Isaac le sonrió de labios cerrados, aún sin poder creer que la chica este sentada en su regazo. Sentía su corazón acelerado y sus piernas con un ligero temblor. La chica no era pesada en lo absoluto pero la situación y la forma en la que estaban lo hacía poner muy nervioso.

— Perdón, te hubiera buscado una silla pero no estoy de humor. — Se disculpo el chico de collar de perlas, volviendo a comer.

— Está bien, no pasa nada. — Le sonrió con timidez y volteó a ver a Jordan, quien tomaba con desgano su jugo de naranja. — ¿Qué tan mal fue?

𝐌𝐘 𝐋𝐀𝐃𝐘 | Isaac García Donde viven las historias. Descúbrelo ahora