Capítulo 12

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Emma

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Emma

Sus crudas palabras envían un escalofrío a lo largo de mi columna, el calor se acumula en mi centro y ruego porque esto no sea un sueño.

No lo pienso antes de girar para encararlo, quedamos de frente y es ahora cuando su mano se aprieta en mi cadera atrayéndome hacía él. Planto ambas palmas en su pecho como si eso fuera suficiente para detener el deseo que amenaza con desbordarse. Sus ojos emanan ganas y oscuridad señalando mi boca, que no tarda un segundo en unirse a la suya como los necesitados que somos.

La batalla que me da su lengua se combina con el toque de sus caricias haciéndome jadear.

Nuestras respiraciones se mezclan, lo siento agitado cuando decido concentrarme en sus expresiones.

Tiene la boca entreabierta y me dedica una mirada traviesa que es capaz de quemarme haciendo que la ropa no sea más que un estorbo.

No me permite decir una palabra, todos mis intentos son callados por la pasión de sus envolventes labios sobre los míos.

Mis manos dejan de estar quietas, exploro su torso, mis uñas marcan cada desnivel hasta que me topo con el camino de vellos que me llevaría a la parte más apetitosa de él, le dedico una mirada llena de duda, no estoy segura de que lo correcto sea avanzar.

Y lo entiende, deja pequeñas caricias sobre la línea de mi mentón, su barba me provoca deliciosas cosquillas para cuando su boca atrapa el lóbulo de mi oreja.

— Emma —gruñe, cegado por el anhelo —, he esperado años para poder tocarte como quiero —su otra mano tira con fuerza de mi cabello, haciéndome gemir por lo bajo —. No voy a detenerme hasta haber arruinado cada parte de ti.

Trago grueso siendo incapaz de detener la cascada de mi entrepierna.

Termino de rodillas sobre la cama, despojándonos a ambos de las cobijas Sean me observa con cautela a la espera de un próximo movimiento. Me permito apreciar esta escena prohibida que es apenas alumbrada por la luz de la luna.

Se acomoda frente a mí, alzo el mentón para alcanzar su mirada y es cuando empiezo a sentir el frío metal de sus anillos recorriendo mi silueta. Me eriza cada parte que toca, hasta que envuelve los dedos en el dobladillo de mi camisa, haciendo amago para quitarla.

— Arruíname, hermano. —sonrío.

Parece complacido una vez me despoja de cada prenda, todo mi cuerpo reacciona a su toque.

Besa, muerde y hace lo que se le da gana, y yo me dejo... Ganando sonidos de puro placer de mi parte termino recostada y con él encima dejando un camino de besos húmedos por todo mi cuello.

— Sean... —jadeo al sentir un ardor placentero en mis pechos.

Su respuesta en un gruñido ahogado por mi piel.

Placeres InmoralesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora