Capítulo 5

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Emma

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Emma

Salgo abruptamente de mi sueño debido al sonido de la jodida alarma, el cabello se me enreda el otro el rostro y con el corazón en la mano quedo sentada y medio enredada entre las sábanas.

Con el sonido de un iPhone voy a terminar infartada un día de estos.

Apago la alarma y reviso la hora, siendo las ocho en punto de la mañana creo que me levanto renovada, hago pereza durante un rato y sintiendo que ninguna red de Sean me puede afectar me levanto de la cama. Camino al baño con la ropa deportiva y luego de cepillarme los dientes y atarme el cabello en una cola salgo cambiada rumbo al gimnasio de la mansión.

Lo primero que hago al llegar es estirar durante unos diez minutos, luego agarro los audífonos que siempre dejo en el lugar y con una playlist que inicia con la canción Power Over Me subo a la elíptica para quedarme en esta durante una extensa hora.

Luego de esto camino al área de boxeo que queda un par de pasillos más adentro, no piso ni la entrada y lo que veo me hace frenar en seco. Sean se encuentra golpeando el saco con furia, está bañado en sudor y no tiene camisa. Su torso expuesto me permite apreciar la cantidad de tatuajes que tiene, además de sus abdominales, una serie de seis cuadros marcados a cada lado. Una serpiente adorna su pectoral derecho y es una frase en francés lo que llama mi atención.

T'aimer est ma punition.

Amarte es mi castigo.

En su cuello se marca una vena por encima del tatuaje que específicamente alberga una serpiente entre una rama y el fruto prohibido, creo que es lo que más llama mi atención hasta ahora.

Las gotas de sudor le siguen bajando por su pecho, los apetecibles abdominales me gritan que los toque.

¿Qué te pasa? Es tu hermano.

Si, uno muy sensual y rezable.

Carajo, no es por nada, pero en serio creo que las drogas me afectaron más de lo que debían. No debería pensar así, es muy cuestionable. Decido que es mejor irse antes de que empeore, estoy a punto de voltear cuando su mirada se conecta con la mía, sonríe de medio lado y en un intento por disimular le muestro todos los dientes, como si nada.

— Buen día, enana. ¿Cómo sigues?

Es bueno que ambos hayamos decidido actuar como personas civilizadas.

— Ahora —lo observo —, muy bien...

Por alguna razón que no comprendo, mi voz sale en un tono coqueto haciendo que mi respuesta tome un doble sentido, disimulando de nuevo pongo mi mejor cara de inocencia.

— Entonces ¿Qué hiciste ayer? —cambio el tema por el de ayer, no obstante, puedo ver como sus hombros se tensan siguiendo el boxeo.

— Te lo dije, tenía negocios, luego fui a jugar pool, ya sabes, viejos hábitos.

Placeres InmoralesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora