Capítulo 24

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Emma

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Emma

Nos llevó de paseo en helicóptero durante un buen rato antes de, por fin, conducirnos a su extravagante, pero hermoso castillo, está demás decir que parece sacado de película.

Permanezco tras Shane, apreciando como sus músculos se tensan a medida que camina, haciéndolo más apetecible. Pero lo que llama mi atención es el tatuaje que descansa en su brazo izquierdo, visible gracias al esqueleto que lleva.

Sarai il mio amore, ma lei è rimasta

Si las clases de italiano que tomé hasta hace unos meses no me fallan, dice: Serás mi amor, pero ella se quedó.

Frunzo el ceño, inconsciente del trasfondo de aquello.

Seguimos caminando, y segundos después llegamos a un par de inmensas puertas de madera con detalles de hace siglos.

No tengo mucho tiempo para detallarlos, pues las puertas se abren de inmediato, dándole paso a su melliza y esposa. Aparece con una sonrisa que empieza a asustarme, es como si hubiera esperado toda su vida por esto.

—Como que el tiempo les ha sentado.

Shane se hace a un lado y le doy un pequeño abrazo a la mujer antes de que Sean se vea obligado, por mi mirada, a hacer lo mismo.

El interior es una mezcla de antigüedad con detalles modernos, mantienen los cuadros de personas alusivas al país y todo lo demás combina con la predominancia roja y dorada.

Sigo deslumbrada cuando el eco de unos tacones me hace voltear, una mujer, entrada en sus veinte, llega con un niño en brazos que nos sonríe.

¿Será...? 

—¿Son ellos?

Le asienten.

—Un placer, yo soy su prima —deja al bebé, luego se dirige a nosotros y me alivio al conocer su identidad —. Adeline.

—Emma —le ofrezco la mano, pero me atrae para un abrazo —, encantada.

No es que hayas preguntado, pero Sean es mío.

—Sean Davies, a tu servicio. —interrumpe con un guiño que me pone a burbujear la sangre.

Y como que ese tonito no me gustó, pienso mientras abraza a mi hermano y solo me puedo dedicar a observar con ganas de matarlo.

¡Te veo chiquito, Davies!

Me trago la mala cara, pues no dejaré que este jueguito suyo me afecte, y decido encaminarme hacia el niño. Yace en los brazos de Shane, estoy segura de que el hombre se vería guapo cargando un costal de papas.

O a mi...

Dejémonos de bobadas, el tiempo en el jet te hizo daño, y mira quien te lo dice.

Placeres InmoralesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora