Emma
«Morgue, sótano uno»
Sigo de pie, inmóvil, frente al letrero que indica la dirección hacia el final. Lágrimas rebeldes siguen rodando por mis mejillas, me niego a creer que esto está sucediendo.
No puede ser real, se siente tan simple como flotar y ser el espectador de un mal sueño.
—¿Emma? —llama una voz quebrada.
Giro hacia mi padre, quien pretende acercarse, su traje está todo arrugado y no tarda en envolverme con fuerza entre sus brazos. Mis piernas flanquean, obligándome a sostenerme de su camisa cual alma en pena.
—¿Qué haces aquí? — respira pesadamente, se nota que no desea hablar —. Tú madre te está buscando.
—Sean... —susurro —. No dejo de verlo en-en-
La vista se me nubla, otra ola de llanto me ataca, bloqueando mis palabras para que continúe arruinando su camisa con mi maquillaje corrido, pero él me sostiene, acariciando mi espalda para que me calme.
—Conseguí acceso a una junta —suspira, luego apoya su mentón en mi cabeza—. Deberías venir.
El dolor es todo lo que su voz denota, siento su corazón latir, descontrolado. «Trata de hacerse el fuerte»
No quiero alejarme, pero es mejor que me vaya con Sean y se olviden de mí.
Tardo un rato en mantener una compostura, pero al final, toma mi mano para guiarme hacia la tercera planta. Es una gran sala, tipo auditorio, en donde los médicos y detectives están reunidos.
Fijo la vista en la parte trasera, donde mamá se encuentra, sin llamar la atención del personal, nos acercamos a ella.
Las personas no muestran una pizca de emoción en su trabajo, solo comparten notan y discuten en voz baja, hasta que el lugar se silencia y un hombre en bata, con carpeta en mano, hace frente al atril.
Acomoda el micrófono, empezando a hablar.
—Antes de empezar, les recuerdo que es un caso VIP y se exige mayor discreción —se dirige a sus colegas—. Deben colaborar con los federales cuando se requiera.
Se acomoda la corbata, traga grueso antes de seguir.
»Individuo del sexo masculino, veintidós años de edad, múltiples heridas de bala —debo cubrirme los oídos cuando nombra traumatismos—. Se encontró un proyectil en el espesor de la parte alta del ventrículo izquierdo.
Los murmullos no se hacen esperar, empiezo a debilitarme cuando todo se repite en mi cabeza, sólo que con la voz del viejo como narrador.
Estoy al borde de un desmayo.
—Aunque emigró a la arteria renal, nos enfrentamos a más perforaciones, en adición a una hemorragia interna y varias costillas rotas debido a los intentos de resucitación.
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Placeres Inmorales
Teen FictionInmoralidad, deseo, amor y pecado. Emma, dieciocho años recién cumplidos y esos ojos azules que llevan su infierno vuelven a su vida después de cinco años. Con tatuajes que no son más que la invitación a pecar la hacen caer a la tentación que llev...