Emma
Sigo dándole vueltas a mi plan, aunque sea consciente de que no es nada del otro mundo, y tampoco tendría que ser incómodo. El primer paso es salir de mi cama. Luego, llamo a su puerta, me escabullo al peligro que retiene su habitación, y como si nada, le pido que viaje conmigo.
Es pan comido.
Hablando de comida, queremos que él sea nuestro desayuno. Grr.
Cállate, estoy al borde de la locura. ¿Crees que es momento de andar en modo horno?
Deja de lloriquear, no es mi problema que no sepas aceptar tus deseos.
Tomo una honda respiración, y llena de valor salgo hacia el pasillo. Una vez en su puerta, permanezco con el puño estirado, pensando si en realidad debo hacer esto.
Que sea lo que Dios quiera.
Toc Toc
No espero respuesta, y mi pobre corazón ya no aguanta lo que ve.
Madre de Dios.
Será del diablo.
Encuentro al hombre vistiendo solo un pantalón negro que me hace recordar a profundidad lo bien trabajado que está su torso, pero para mi mala suerte, me observa con desinterés antes de ignorarme.
—¿Se te ofrece algo? —pregunta, abrochando la correa.
—No te enojes conmigo —susurro, es inevitable que ponga una mueca —, por favor...
Se detiene, y por un instante fugaz, me observa para luego tragar grueso.
—No estoy enojado, Emma —asegura —. Al menos, no contigo.
Se pasa los dedos por el cabello, harto de la conversación mientras se mueve en busca de la camisa que me oculta la tentación.
—¿Con quién, entonces?
Espero una respuesta que nunca llega.
—¿Qué quieres? Viniste por algo.
Auch
—Acompáñame a Boston.
—¿Cuál sería el motivo? —replica, sin molestarse en ocultar su irritación por mi presencia —. Tengo trabajo que ya he retrasado.
—Debo hacer un recorrido a la universidad y eso es... importante para mi.
Termino por susurrar en mi intento de manipulación, mantengo las manos entrelazadas tras mi espalda y sin dejar de mirarlo me trago el nudo de la garganta.
Quiero gritarle tantas cosas, pero simplemente no puedo.
No se siente que vaya a ser fácil para nosotros.
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Placeres Inmorales
Teen FictionInmoralidad, deseo, amor y pecado. Emma, dieciocho años recién cumplidos y esos ojos azules que llevan su infierno vuelven a su vida después de cinco años. Con tatuajes que no son más que la invitación a pecar la hacen caer a la tentación que llev...