Capítulo 27

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Emma

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Emma

Con el cansancio de la mano, debo hacer un esfuerzo y obligarme a abrir los ojos. Cómo era de esperarse, lo que me llena la mente son los vívidos recuerdos de lo que hice anoche. «Los cuatro en una sola tarea»

Bueno, me superaste. Solo me queda decir que Shane está delicioso. *inserto al niño del Oxxo*

La ignoro deliberadamente y dejo escapar un bostezo antes de ver a mi alrededor. Los tres cuerpos parecen aprisionarme mientras se mantienen dormidos.

Cuido en no hacer ruido, con cuidado me levanto a recoger mi ropa y salir de este lugar para llegar a mi baño.

No tardo en llenar la bañera.

Mientras el agua cae, encuentro mi teléfono y lo que me hace fruncir el ceño son las quince llamadas perdidas y casi cien mensajes de Megan.

¡Más vale que la excusa para no contestarme es que estés en una orgía con personas que tocan el violín y confiscan tu celular antes de entrar!

Qué imaginación tan rara la suya.

Reviso la imagen adjunta y una sonrisa se apodera de mi rostro al ver la invitación a su boda. «Ya se creció mi niña»

Es para dentro de...

No tengo ni tres días para llegar.

Después de llamarla y dejar que exprese su molestia con gritos, me permito entrar en la bañera. La espuma me cubre el cuerpo, dejo caer la cabeza y suspiro ante la paz que me inunda.

Ajá, pero básicamente se dieron con todos.

—¿Carga mental?

Me espanto al escuchar la voz de Shane, que gracias a Lucifer se puso pantalones. Trato de recuperarme, bajo su atenta mirada, posicionado al borde de la tina.

—Yo... —respiro profundamente antes de confesar —. No sé qué pensar, en realidad.

Aquella tormenta me escanea con una severidad que logra ponerme la piel de gallina, haciendo que quiera acomodarme. Aunque la acción me sale un tanto turbulenta, termino moviendo la pierna, cosa que no pasa por alto, pues traga con fuerza y lo que lo delata es el movimiento de su manzana de adán.

—No —se autoregaña —, no vine a cogerte.

—Escucha, esto es algo... —piensa en la palabra adecuada —. Complicado, lo suyo,  moralmente hablando, pero esta es la única vez en la que te aconsejo, y no me refiero en la cama, que le hagas caso a lo deseas.

No me deja responder, tampoco es que quiera hacerlo. Se dirige hacia la puerta, pero se detiene en el marco, volteando a verme.

—Una vez alguien escogió lo lógico, solo cavó donde no había grietas.

Placeres InmoralesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora