DxD: Demonios y Artefactos

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"Entonces, ¿qué me vas a hacer?" Runeas preguntó con voz plana.

Lo que le está pasando es algo parecido a un deja vu.

Algo parecido le había sucedido antes con el Salomón original.

"Estoy reflexionando".

"Simplemente haz lo que quieras." Ella se encogió de hombros con indiferencia. A estas alturas, ya no le importa lo que le pase.

“Podría tenerte como Gremory Pillar, pero, de nuevo, está Rias. Ella es entrenable”.

"...Tú..." Runeas entrecerró los ojos. Este chico sabe adónde apuntar para hacerla enojar.

"¿Qué? ¿Crees que no lo sé? Estás tratando de ignorar esto y hacerme enojar. Pero como dijiste, puedo hacer lo que quiera.

Honestamente, las cartas se jugarán solas. El hijo de Zeoticus está en los abismos del infierno; Venelana y Rias harán cualquier cosa para traerlo de regreso.

Incluyendo rogarme”.

"..."

"Por eso no necesito hacer nada".

"..."

El Gremory original lo miró con una mirada muy molesta.

El chico sabe que tiene todas las cartas y que no necesita hacer nada.

"...Entiendo. Seguiré todas tus órdenes. ¿Es esto lo que quieres oír?

"No. No necesito nada de ti. Si crees que eres único, estás equivocado.

Ya tengo el ADN de Gremory, Bael y varias otras familias de Demonios. Ya puedo rehacerlos. A estas alturas, incluso si desapareces, no me importa.

Simplemente puedo crear otro 'Runeas Gremory'”.

Todo su cuerpo tembló. ¡Este tipo era mucho, mucho más peligroso que el Salomón original! Con eso, al menos, se podría razonar.

Una mujer es algo que podría interesarle, pero ¿esta?

"¿Qué? ¿Estás sorprendido? Qué divertido. Entonces, ¿dónde está esa mirada desafiante? Casi se burló de ella, apareciendo frente a ella. Su dedo meñique terminó en su frente.

Sus ojos Lavender se abrieron, transformándose en horror. Ella no podía moverse.

“Mira, ni siquiera puedes mover mi meñique. Entonces, ¿a dónde ha ido a parar este desafío? ¿No planeas vencerme de alguna manera?

Una vez que se quitó el meñique, el Gremory original se desplomó en el suelo, respirando con dificultad. El sudor le corría por la frente. Se miró las manos, que temblaban de miedo e incredulidad.

¡Es absurdamente poderoso! ¡Mucho más poderosos que los Satanás originales! ¿Quizás incluso el Dios bíblico?

Ella no abandonó esa idea. ¿¡Pero cómo!?

“... Es un malentendido…” Era hora de pasar a la diplomacia.

"...¿Oh? Un cambio de tono tan rápido. Tan diabólico”. Bromeó al escuchar ese cambio de tono.

“S-Sí. Nosotros, los demonios, respetamos la fuerza y ​​vosotros sois poderosos; Es suicida para mí ser hostil contigo”. Ella le sonrió. Su sonrisa era bastante dulce.

"Ah, sí."

“...Qué lindo murciélago. Pensé que la ibas a convertir en una niebla de sangre”. Nyx se acercó y le sonrió al diablo arrodillado.