Capítulo 11

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Cinco días después de que Mingyu lo amara hasta hacerle perder el sentido, Wonwoo estaba sentado en un tranquilo jardín iluminado por la luz del sol. Las pesadillas no se habían repetido desde esa noche, pero podía sentirlas en el horizonte, como una tormenta que no estaba preparado para enfrentar. De no haber contado con la implacable disciplina de los entrenamientos de Dmitri para mantenerse ocupado, su mente se habría hecho papilla en un intento por escapar de esa presión constante. Sin embargo, por extraño que pareciera, el Refugio también se había quedado tranquilo, ya que el ataque a Baekhyun le había parecido una aberración a todo el mundo.

No obstante, la ira de Mingyu no se había aplacado ni lo más mínimo.

—Baekgyeol niega cualquier tipo de relación con ese incidente —le había dicho la noche anterior mientras jugueteaba con los dedos sobre los músculos de su abdomen —. Podría introducirme en su mente, pero si está diciendo la verdad, tendría que matarlo, y perdería a uno de los ángeles más fuertes de mi territorio.

Wonwoo había tragado saliva al ver la tranquilidad con la que hablaba de destrozar la mente de un ángel. Un ángel al que otro cazador lo había descrito una vez como «un monstruo que probablemente se partiría de risa mientras te mata a polvos».

—¿Baekgyeol se volvería contra ti?

—Tú también lo harías si yo te hiciera algo así, Wonwoo. —Había deslizado la mano sobre el borde superior de su ropa interior—. Debo tener pruebas... o me arriesgaré no solo a perder su lealtad, sino también la de otros ángeles fuertes que están de mi lado.

Wonwoo sujetó su muñeca y le dio un apretón. Siempre que él daba, su cuerpo deseaba tomar. Sin embargo, había una advertencia en su mirada, una pasión oscura para la que el no estaba preparado, para la que no estaba lo bastante fuerte. Todavía no.

—¿Lo necesitas para mantener el poder?

Mingyu extendió la mano sobre su abdomen y agachó la cabeza para besarlo con una languidez que hizo que a Wonwoo se le doblaran los dedos de los pies bajo las sábanas, que ambos quedaran atrapados en las afiladas garras de la pasión.

—No.

Wonwoo tardó un par de segundos en reunir el aliento necesario para responder.

—¿Y entonces?

—Los humanos lo necesitan, Wonwoo. —Un sutil recordatorio.

Wonwoo vio la pesadilla que él intentaba evitarle.

—La única razón por la que no hay más vampiros que se entreguen a la sed de sangre es que siempre hay un ángel que los mantiene a raya.

—Y ni siquiera un arcángel puede controlar a todos los vampiros que hay dentro de sus fronteras. Tendría que asesinarlos a todos si se entregaran a la sangre. — Enarcó una ceja—. Hay sombras en tus ojos... ¿Qué sabes de Baekgyeol?

—Otro cazador lo siguió durante algún tiempo. —Seungkwan se había negado en rotundo a regresar a Atlanta cuando surgió un trabajo que no estaba relacionado— Me dijo que su casa estaba llena de gritos, llena de un dolor que podría hacer que una persona cuerda acabara en el mismo infierno. Al parecer, se llevó a dos vampiros a la cama sin otro motivo que castigar a sus parejas.

—Los vampiros eligen su eternidad cuando deciden ser Convertidos. —Una respuesta aterciopelada.

Una que el no podía discutir.

Incluso su hermano Woorim había intentado convertirse en candidato, a pesar de que había sido testigo del brutal castigo que recibió su esposo a manos del arcángel al que él llamaba amo.

La marca del Arcángel - Meanie [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora