Capitulo 34

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—Sire. —Dokyeom plegó las alas a la espalda y esperó a que le dieran permiso para hablar.

Mingyu alzó la mano y lo saludó con una inclinación de cabeza.

—Ven, hablaremos dentro. —El extraño sentido del honor de Yixing era una garantía de que su hogar estaba libre de espías, tanto reales como tecnológicos. El arcángel consideraría una enorme falta de educación inmiscuirse en la intimidad de sus invitados.

Ya dentro, Wonwoo se apoyó contra la cómoda, y Mingyu y Dokyeom se situaron frente a el. El tatuaje del ángel ya estaba casi completo. Era una obra de arte viva que le cubría el lado izquierdo del rostro y que hablaba de ancestros procedentes de tierras muy distantes entre sí. La historia de los padres de Dokyeom era considerada uno de los más importantes romances angelicales. Y durante un tiempo, lo había sido.

—¿Tus hombres han conseguido averiguar algo más? —le preguntó a su jefe de espionaje.

—Sea lo que sea lo que guarda en esa cámara de su fortaleza —dijo el ángel de alas negras con una voz clara y una pronunciación perfecta—, ha sido trasladado hasta aquí.

—¿Uno de los renacidos?

—Sí, pero uno especial. Se ha puesto un extremo cuidado en su protección cuando venía hacia aquí. —Esa pronunciación perfecta se alteró lo suficiente como para revelar la repugnancia que sentía—. Hay informes de una mujer desaparecida en la ruta de la caravana.

—¿Alimenta a su renacido con personas vivas? —Matar humanos no estaba prohibido, pero hacerlo para eso, de esa manera... ni siquiera Hakyeon había llegado tan lejos

—No hemos sido capaces de encontrar ninguna prueba que lo confirme —dijo Dokyeom—, pero se han producido varias desapariciones a lo largo de la ruta de la caravana... y si hubieran querido muertos, habrían encontrado enterramientos recientes en todos los pueblos.

—Yixing es considerado una dios —dijo Mingyu, que recordaba otra época, a otro ángel convertido en dios—. Los lugareños no se quejarán de nada.

—No. —El pelo negro azabache de Dokyeom reflejó la luz cuando el ángel inclinó la cabeza para respirar hondo—. Y eso no es lo peor.

—¿Hay más? —La voz de Wonwoo mostró a las claras su asombro.

Dokyeom alzó la cabeza.

—Corren rumores, muchos rumores, de que aquellos mortales de la corte que no son elegidos para la Conversión...

—Madre de Dios... —susurró Wonwoo—. ¿Se les pide que se conviertan en renacidos?

—Al parecer, se convencen a sí mismos al ver a los renacidos más recientes — confirmó Dokyeom—, a aquellos que se mantienen bastante tiempo en un estado físico similar al de la vida a base de alimentarse con carne.

—¿Los jóvenes o los mayores? —inquirió Mingyu.

—Los mayores, pero creo que eso no durará mucho. —Dokyeom hizo un gesto negativo con la cabeza.

—¿Por qué? —Wonwoo miró a Mingyu. No entendía nada—. Seguro que saben que tendrían una esperanza de vida mucho más larga si dejaran que la naturaleza siguiera su curso.

Dokyeom respondió antes de que Mingyu pudiera hacerlo.

—Es por la promesa de inmortalidad, por la esperanza de que Yixing encuentre un modo de mantenerlos con vida durante toda la eternidad. Algunos renunciarían a cualquier cosa por eso.

Wonwoo percibió algo en ese comentario, una corriente subyacente muy rica en significados. Miró al ángel que siempre era una sombra y se fijó en su apuesto rostro inescrutable, en esas alas como el carbón que le permitían desaparecer en la noche.

—¿Por la promesa? —Wonwoo negó con la cabeza—. No puedo entenderlo, porque en realidad se convierten en poco más que esclavos.

—Tú nunca has codiciado la inmortalidad —replicó Mingyu—. No comprendes las ansias de aquellos que sí lo hacen.

Eso hizo que Wonwoo reflexionara un poco.

—Tal vez sí —dijo, aunque deseaba no comprenderlo—. Mi cuñado ama a mi hermano, pero no esperó a que el fuera aceptado como candidato. Quería vivir para siempre mucho más de lo que deseaba que mi hermano estuviera a su lado. —Y ahora Woorim envejecería mientras su marido permanecía eternamente joven.

Nakyom había jurado permanecer al lado de Woorim y, por alguna razón, Wonwoo estaba convencido de que lo haría. Sin embargo, se preguntó si Woorim aceptaría esa devoción.

¿Sobreviviría el amor de su hermano a la idea de haber quedado por detrás de sus ansias de inmortalidad? ¿Aceptaría que, después de su muerte, Nakyom se quedaría solo y podría conocer a otra persona, amar a otra persona?

Miró a Mingyu a los ojos y sintió una dolorosa punzada en el pecho. Sabía que también el sería testigo de la muerte de su hermano.

No voy a disculparme, Wonwoo. Sería una falsedad... No podría soportar que me dejaras.

La sinceridad brutal de esa respuesta, la emoción que destilaba, sacudió sus cimientos.

Lo olvidé, y luego recordé. Eso duele mucho más.

Woorim se convertirá en polvo cuando llegue su hora, pero morirá sabiendo que sus hijos estarán bajo la protección de un ángel.

Wonwoo realizó un breve gesto de asentimiento y enfrentó la mirada de Dokyeom. Se dio cuenta por primera vez de que sus ojos eran negros, tan negros que resultaba casi imposible distinguir la pupila del iris.

—¿Se alzarán los cortesanos contra Yixing si les demostramos que el renacimiento no equivale a la inmortalidad?

Las alas de Dokyeom emitieron un susurro cuando el ángel las sacudió un poco, pero incluso en ese lugar, en esa habitación llena de luz, Dokyeom conseguía encontrar una sombra con tanto éxito que Wonwoo tuvo que esforzarse para distinguir la forma de las plumas.

—Tal vez consigamos convencer a unos cuantos, pero la mayoría están acostumbrados a considerarlo su dios. Lo seguirán con los ojos cerrados allí donde quiera llevarlos.

Lo que le proporcionaba a Yixing un suministro interminable de cadáveres para su ejército de muertos.

La marca del Arcángel - Meanie [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora