Capitulo 32

10 2 0
                                    

Wonwoo se quedó sin aliento al ver la Ciudad Prohibida. Era un intrincado laberinto formado por edificios delicados y pasadizos ocultos, un lugar que en realidad era una ciudad dentro de otra ciudad. Un lugar lleno de maravillas: puentes de mármol blanco con dragones dormidos en los postes de los extremos; patios adoquinados repletos de árboles de cuyas ramas colgaban farolillos de seda en lugar de frutos; cortesanos ataviados con joyas y ropas de una miríada de colores. Un lugar salido de un sueño.

—Mariposas —susurró, mientras lo observaba todo desde la terraza privada de la residencia que les habían asignado, en la parte más elegante de la ciudad—. Me recuerdan a las mariposas.

La presencia de Mingyu era una fuente sólida de calor a su espalda, y las manos masculinas estaban apoyadas sobre la barandilla a ambos lados de su cuerpo. Wonwoo disfrutó de su calor, y notó cómo vibraba su cuerpo contra sus alas cuando empezó a hablar.

—Leo y algunos otros tienen una especie de corte, pero la de Yixing es la más extensa.

—Es un auténtico rey. —Vio abanicos que se abrían, y sonrisas coquetas esbozadas sobre sus lujosos bordes. Todas las criaturas femeninas llevaban vestidos largos hasta los tobillos, la mayoría con un estilo que hablaba más de elegancia que de sexo—. ¿Crees que saben lo de los renacidos?

—Sí. —Mingyu apoyó las manos sobre las suyas, y convirtió su voz en una sombra íntima junto a su oído—. Según me ha dicho Dokyeom, sus hombres le han informado de que Yixing ha empezado a traer a algunos de sus renacidos a la corte como entretenimiento.

Las manos de Wonwoo, protegidas por la fuerza de las de Mingyu, se aferraron a la piedra de la barandilla, erosionada por el tiempo.

—¿Los degrada de esa manera? Creí que los consideraba creaciones suyas...

—Algunos, por lo que parece, se ven más favorecidos que otros. —Mingyu deslizó las manos por sus brazos antes de estrecharlo contra su pecho—. Mañana por la mañana me reuniré con la Cátedra. Ten mucho cuidado cuando pasees por los alrededores... Puede que a Yixing le parezca divertido enviar a uno de ellos contra ti.

—¿Quién es mi guardaespaldas?

—Aodhan. —Una pausa—. No te hace gracia.

—No me hace ninguna gracia necesitar que me protejan.

—Es preciso.

—Por ahora.

Una tranquilidad peligrosa. Wonwoo supo que esta sería una batalla que tendría que luchar de nuevo. Eso podía soportarlo... y también Mingyu, pensó.

—Elegiste a un guerrero, ¿lo recuerdas?

Un beso en esa piel sensible situada justo por debajo de su oreja.

—Y tú elegiste a un arcángel.

Siempre había sabido que Mingyu no sería un amante fácil. No obstante, el tampoco lo era.

—Nunca he entrenado contigo. —Una invitación juguetona—. ¿Te gustan los cuchillos?

Un leve asomo de sonrisa apareció en los labios que rozaron el mismo lugar que tantas veces habían atormentado.

—Danzaremos con espadas después del baile.

Resultaba difícil pensar con él tan cerca y la belleza de la Ciudad Prohibida más abajo.

—No has traído a muchos hombres contigo. —Dokyeom había volado con ellos, y también Aodhan, pero ellos solo eran dos de los Siete.

—Si la cosa acaba en una batalla, será demasiado tarde.

La marca del Arcángel - Meanie [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora