Capítulo 13

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Mingyu estaba furioso. Sin embargo, pensó Wonwoo, esa furia limpia e incandescente era algo que el podía manejar. Cuando se convertía en el ser que había sido con Hyelim, Wonwoo temía por su alma.

—Háblame de tu infancia —le pidió—. Cuéntame cómo es crecer en un mundo de ángeles.

—Lo haré, pero primero te meterás en la cama y te traeré algo de comida.

Al darse cuenta de que esa era una batalla que no deseaba ganar, Wonwoo se libró de la toalla y se puso una de las camisas de Mingyu mientras él iba a la otra habitación a buscar la comida. Las aberturas de la espalda quedaban holgadas alrededor de sus alas, pero no encontró nada con lo que ceñírselas. Tras decidir que no merecía la pena molestarse en buscar las escurridizas hebillas, se sentó tranquilamente en la cama a esperar a que él regresara.

Mingyu se detuvo unos instantes al verlo.

—Me sorprende que hayas obedecido una orden.

—Soy una persona razonable... siempre que la orden lo sea.

Un brillo de diversión iluminó el azul ártico de sus ojos mientras el arcángel dejaba la bandeja de aperitivos en la parte del colchón que quedaba entre ellos. Luego colocó los vasos de agua sobre la mesita y se sentó en la diagonal opuesta a el.

Habían estado en esa posición otras veces, pero en esas ocasiones anteriores Mingyu ocupaba el lugar en el que ahora se encontraba el.

Muy consciente de la sutil distancia que los separaba, Wonwoo cogió un diminuto sándwich relleno de lo que parecían rodajas de pepinillo.

—¿Y bien?

Pasó un buen rato antes de que Mingyu empezara a hablar.

—Es una alegría crecer entre los ángeles. Por lo general, se mima y se consiente a los infantes. Ni siquiera Hyelim dañaría el corazón de un pequeño.

A Wonwoo le resultó difícil de creer. No obstante, Hyelim se había levantado una vez de la cama para liberar lo que ella consideraba un pájaro atrapado. La arcángel no se comportaba siempre como la malvada bruja del oeste, por más que a Wonwoo le hubiera gustado encasillarla en ese papel.

—Mi infancia fue de lo más normal, salvo por el hecho de que mi padre era Nadiel y mi madre, Luna.

Wonwoo dejó escapar un suspiro.

—¿Eres el hijo de dos arcángeles?

—Sí. —Mingyu se volvió para contemplar las montañas, pero Wonwoo sabía que no eran las cumbres nevadas ni el cielo estrellado lo que veía—. Aunque no es algo tan afortunado como podría parecer.

El cazador permaneció en silencio, a la espera.

—Nadiel era casi contemporáneo de Yxing. Tenía tan solo unos mil años más que el.

Mil años. Y Mingyu lo decía como si no fueran nada. ¿Qué edad tenía Yxing?

—Era uno de vuestros ancianos.

—Así es. —Mingyu se volvió hacia el de nuevo—. Recuerdo las historias que contaba sobre batallas y asedios acaecidos mucho tiempo atrás, pero sobre todo recuerdo su muerte.

—Mingyu...

—Y ahora sientes lástima por mí. —El arcángel sacudió la cabeza—. Ocurrió en los albores de mi existencia.

—Pero era tu padre.

—Sí.

Wonwoo recorrió con la mirada ese rostro masculino e increíblemente hermoso antes de colocar la bandeja de comida en el suelo. Él la observó en silencio mientras apartaba las mantas para situarse frente a él y apoyarle la mano en el muslo.

La marca del Arcángel - Meanie [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora