Capítulo II

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Michael Baltimore

Dejé mi saco sobre el respaldo de la silla, me serví un trago de whisky y me senté a revisar algunos documentos, que eran sobre la compra de un banco en Suiza y también algunos reportes de gasto en una adquisición de la empresa; la modificación  de un edificio viejo que pasó a manos de nuestra sociedad, luego de que sus ex dueños se endeudaran con nosotros y no tuvieran forma de pagar ese dinero.

—Señor —se asomó Lynn por la puerta— Vino la señorita Alana Wright para la entrevista con usted.

—Encárgate, me conoces lo suficiente como para darle las indicaciones y entrevistarla —respondí luego de darle un sorbo a mi whisky.

—Como diga.

Cerró la puerta y yo seguí leyendo esos papeles.

5 años estuve trabajando con tranquilidad en ese bosque de Portland, así que es difícil acoplarme a tener que convivir con algunos de los empleados o tener gente a mi alrededor que no sean Taylor o la señora Collins.

—Mickey —entró Sam sonriendo— ¿Listo para esta noche?

—Bueno, aunque no lo estuviera, tengo que asistir a esa gala, ¿no es así? —murmuré.

—Si —asintió.

Su entusiasmo era un dulce tan empalagoso, que estaba por causarme diabetes en el menor tiempo posible. La vi emocionada por este evento, ya había pasado mucho tiempo desde que estuve presente en una de sus colecciones, y aunque me duela admitirlo, sé que de alguna manera yo soy su protector, así que trato de siempre estar para ella o para los gemelos.

—Laura me ayudó con algunas cosas, así que fue más fácil.

—¿Quién es Laura?

—Es la Jefa de Logística y también trabaja como parte del equipo de Control de Calidad —explicó brevemente— Lleva 3 años trabajando con nosotros.

—Que bien.

Por supuesto que sé quién es, y quienes trabajan dentro de la empresa, el hecho de estar alejado, no significa que no sepa a quienes metemos en la sociedad.

El resto del día fue aburrido, hasta que llegué a mi casa, la cual es demasiado grande para mi solo, pero lo suficientemente acogedora y espaciosa para las cosas que hago fuera de la empresa.

Luego de estar lejos, la casa estaba algo descuidada, pero la señora Collins se encargó de darle algunas composturas, pero no del todo sola.

Al regresar, mi mente y mi corazón recordaron todos esos momentos felices, antes de que llegara la tragedia y mi mundo cambiara por completo.

Mi casa era de tres pisos, con 3 recamaras en el 2do piso y sus respectivos baños, en el 3er piso, habían dos recamaras y mi despacho, todo ello, con vistas al lago y balcones a los lados. Una sala, un comedor para 12 personas, una cocina integral, medio baño, y un cuarto para tocar el piano; dos muelles, un comedor y cocina exteriores, además de una sala, y un pequeño comedor en el muelle, con una mesa y dos sillas de color blanco. Muy poco convencional para alguien que vive solo y su compañía son su chófer, su guardaespaldas —Harry Smith que es nuevo— y su ama de llaves. ¡Qué aburrido!

Saqué el traje de su protector y lo dejé sobre la cama, tomé una ducha fría, y esos minutos bajó el agua fría, me hicieron regresar a mi realidad, en la que cada minuto que pasa es un sufrimiento y preocupación por todo lo que tengo, pero sobre todo, por quien soy y el papel me toca desempeñar en este lugar.

Laura Martell

El reflejo que tenía de mí misma en el espejo, no me convencía del todo. Tenía muchos problemas de autoestima como para admirarme demasiado, así que en cuánto me puse el vestido, me arreglé el cabello y salí de la habitación, metí mi celular, el cargador, perfume, mentas, y mi labial.

Ruleta de SecretosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora