Capítulo XXVIII

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Andrew Bellver

Caminé por el pasillo hasta la habitación de Laura. Llené de oxígeno mis pulmones y entré a verla. Pero no contaba con que el sargento Williams estaría ahí con ella, así que respiré y exhale profundamente.

—Perdón, no sabía que estaba usted aquí —dije sorprendido— ¿Necesita que lo dejé a solas con ella?

—No es necesario —guardó su tablet— Apenas llegué y me interesa que me diga lo que sucedió.

—Claro —asintió.

Antes de hacer la pregunta, una llamada lo interrumpió.

—¿Cómo te sientes, corazón? —me acerqué a ella.

—Un poco adolorida, pero ya pasará —sonrió— ¿No has dormido? —acarició mi rostro— Tienes unas ojeras enormes.

—Me quedé preocupado por ti —no era mentira, Anna me había dejado preocupado con lo que le había hecho a Laura, aunque al menos me doy cuenta de que sus intenciones no eran tan malas, excepto con Michael.

—Regreso en la tarde —nos miró el sargento— El cuerpo de Michael desapareció de la morgue en la madrugada.

—¿Qué? —preguntamos sorprendidos.

—Estoy igual que ustedes —suspiró— Te dejaré esto para que grabes lo que sucedió y en la tarde regreso a buscarlo, ¿okay?

—Correcto —asintió Laura.

El sargento se fue de la habitación y nos quedamos solos. Vi el rostro lastimado de Laura y me sentí mal por mentirle vilmente, porque la he llenado de halagos, de regalos y buenos tratos, solo para que caiga en mis redes y sufra hasta el cansancio. Ya sé lo que es perder a quien más amas, pero saber que ella ya ha sufrido mucho y que yo me convierta en su verdugo, me mata por dentro.

—Mañana te dan de alta —sonreí.

—Si —asintió Laura.

No sabía que más hacer ahí con ella, así que la dejé descansar y me salí al pasillo a hacer unas llamadas con Anna. Porque ese comentario del sargento Williams me dejó algo confundido.

—Se supone que lo mataron, ¿por qué habría desaparecido su cuerpo? —miré a mi derecha, pero no había nadie.

—Tienes un solo trabajo, así que investiga eso, no todo lo tengo que hacer yo —me colgó.

Veía a Laura y en el fondo de mi corazón, me dolía verla sufrir de esa manera, pero la recompensa es lo más importante por lo que me esfuerzo.

Al día siguiente

Escuché a toda la familia llorar por Michael, pero ya estaba harto, con ganas de vomitar o ahorcarme por tanto quejido y el tener que fingir que me estaba importando.

—Te veo en el infierno —miré su cuerpo a través del plástico— Salud por todo tu trabajo —alcé mi copa— Que ahora será mío.

Su rostro estaba en un tono azul, y no era de menos, había estado varias horas en el agua y desangrándose, así que no me sorprendía verlo de esa manera.

—Estúpido.

Hice como que me despedía de él y regresé con Laura, quien no dejaba de llorar en los brazos de Samuel.

Pasaron las últimas personas a despedirse de él y pronto lo subieron a la carroza, dejamos vacío el lugar y llegamos al cementerio, donde ya estaba cavado el hueco para hundirlo y verlo jamás en la vida. Y aunque suene jodido, es bueno para nosotros, porque es una carga menos y más acceso para llegar a ese dinero tan hermoso y exquisito.

Ruleta de SecretosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora