Capítulo XIX

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Laura Martell

Escuchaba a Michael hablar por teléfono, y yo daba vueltas por el mismo lugar, esperando que su hija, no fuese mala conmigo.

Vimos aterrizar al jet privado, el pelinegro se acercó hasta las escaleras, bajaron las chicas de sobrecargo, las maletas y una mujer de unos 30 años, piel canela, cabello negro y ojos marrón. Cargaba una mochila de cuero color negro y un peluche de Chimuelo.

—Buenas tardes, señor —saludó a Michael con un apretón de manos— Buenas tardes, señorita Martell.

—Buenas tardes —le sonreí.

—¡Papito! —bajó corriendo la pequeña castaña— Te extrañé mucho.

Venía con una gabardina de color blanco, el cabello atado en una coleta alta, y un vestido de color negro con blanco, zapatos cerrados oscuros.

La escena era tan tierna, que yo sentí envidia de la niña, porque ella sí podía hablar con su padre, recibir cariño y atención del hombre más importante de su vida.

—Yo también, princesa —la cargó y la llenó de besos por todo su rostro— ¿Qué tal el viaje? ¿Cansada? ¿Con hambre? ¿Qué quieres hacer?

—Bien —se rió y luego me miró— ¿Mami?

Maldita sea, es verdad. La niña jamás conoció a su madre. Diane, es un recuerdo fugaz de quien la trajo a este mundo.

—No, mi amor —interrumpió Mike— Ella es Laura.

—¿Tu novia? —sonrió.

—Podríamos decirlo así.

Esa siempre será la discusión y admito que en cierta forma, me molesta, que yo sea una especie de trofeo para el pelinegro.

—Eres bonita —estiró sus brazos hacia mi.

La cargué y caminé con ella en mis brazos hacia el coche. La acomodé en el asiento trasero y me senté a su lado, mientras Taylor y Michael iban en los asientos delanteros.

—Vamos a ir a la casa, y luego saldremos a cenar y mañana por la mañana iremos a Portland en helicóptero, ¿okay? —explicó sus planes para el día siguiente— Mari y el resto de los empleados se van hoy mismo para allá, y no tener contratiempos mañana.

—Muy bien —asentí.

—¿Y tío Liam, Charlie y Sam? ¿Y el abuelo Samuel? —preguntó la niña en un acto de inocencia.

—Ya veremos —hizo una mueca el pelinegro— Tía Sam vendrá más tarde y a tío Charlie lo conocerás mañana.

—¿En serio?

—Si.

Ni siquiera yo sabía de eso, pero me alegra saber que quiere integrar a su hija en su vida poco a poco. Y que su familia la conozca, aunque el hecho de que conozca a Liam, no me agrada mucho, sobre todo por lo que le hizo.

Llegamos hasta su casa, bajaron las cosas y entramos con la niña.

La expresión de sorpresa de la castaña, era la misma que la mía, el día que Mike me trajo.

—Guau —observó todos los detalles— Es muy grande.

La sala era compuesta por sillones de terciopelo negro, la mesa del centro era de cristal, con alfombra afelpada gris, su Smart TV contra la pared y algunos licores guardados en la parte baja, donde eran cubiertos por compuertas de madera oscura; pasó al comedor de cristal, y sillas de cuero negro, con luces colgantes por encima. Algunas plantas decorando las esquinas, para que no se vea tan simple.

Ruleta de SecretosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora