Michael Baltimore
Todo el camino venía muriendo, tanto de los nervios, como de las náuseas. Y el trayecto había sido muy largo, de dos horas y media para ser exactos.
Yo quería vomitar, no aguantaba las náuseas, y probablemente eran por los nervios de mi evento, o por una presión de todo lo que había pasado en el último mes.
—Sus hermanos lo esperan —me dijo Alana— Junto con Samuel.
—Okay —suspiré— Necesito alcohol, no aguanto las náuseas.
Llamó a alguien por teléfono y pidió el alcohol, una botella de agua y paracetamol, colgó la llamada y entramos al estacionamiento de la feria que junto con los socios habíamos organizado.
Había sido un evento organizado por un año, y la temática escogida fue "Edad Media", por lo que acoplarnos a ello fue más complejo, pues tuvimos que investigar con más detalle lo que se hacía en esa época, y poder representarlos en el presente.
Nos bajamos del coche y caminamos hacia dentro de la feria, en donde podíamos ver a la gente vestida de acuerdo a la "época", y vendiendo algunos de sus productos, que en su mayoría eran hechos de manera artesanal.
Si mi pierna me dolía para caminar, pues ahora era mucho peor. Literalmente sentía que me iba caer y el piso se acercaba y alejaba de manera abrupta.
Un grupo de músicos ponía el ambiente en el centro de toda la feria, con algo de música clásica, pero no aburrida, sino algo más alegre para que en verdad se disfrutara del evento.
En cuanto llegamos a la carpa, me metí a descansar un poco, pues sentía que con cada paso daba todo de mi vida. Las luces me molestaban, así que las apagué, escuché la voz de mi hermana hablándome con preocupación, pero no entendía ni una palabra. El corazón parecía que se me saldría del pecho en cualquier momento y el aire me faltaba cada vez más.
Maldita sea.
Ahora entiendo que cuando te guardas las cosas, tu cuerpo lo expresa con algún síntoma, y en este caso me sentía mal de todo, tanto de la migraña, por pensar tanto, como del estómago, por querer decir las cosas.
Mi cuerpo se quedó paralizado, dejé de escuchar ruidos, y nada más veía al doctor, una enfermera y a Samuel.
—Necesito que respires —me miró el doctor— Inhala y exhala, por favor.
Respirar era un reto, pero lo hice, tal como el doctor me indicó, hasta que mi ritmo cardíaco disminuyó, y que por fin me podía mover más.
—Eso es —me sentó en el sillón de terciopelo rojo— ¿Qué sientes?
—Me duele un poco la cabeza y traigo un dolor en el estómago desde hace días —suspiré.
—¿Has comido algo que te haya caído pesado? Porque sino es eso, lo tenemos que descartar y ver que otras cosas podrían ser —asentí— En todo caso te recomiendo que te mantengas hidratado, que comas algo ligero para que no continúes así y espero en mi consultorio para que te examine mejor.
—¿Le dará algún medicamento? —preguntó Samuel.
—En caso de continuar con el dolor de cabeza solamente el paracetamol o ibuprofeno, para que disminuya más rápido —asentí— Esto pasa por el estrés acumulado —me miró— Visita a un psicólogo, eso te puede ayudar para manejarlo y no tener problemas futuros.
Me dijo algunas cosas más y se fue a su puesto, en caso de que alguien más se sintiera mal durante el evento.
Samuel y yo nos quedamos solos, pero no tenia forma de asimilar la noticia que Anna y John me habían dado y mucho menos al tener que ver a este hombre de una manera distinta.
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Ruleta de Secretos
RandomLas reglas del juego son fáciles, así que presta mucha atención. Cuando yo gire la primer flecha, tiene que escoger a una de las 6 personas que están participando, posteriormente giramos la segunda flecha, la cual tiene dos colores en el que rojo es...