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Andrew Bellver

El silencio se propagó por todo el lugar. Intenté levantarme del asiento, pero no podía, mis piernas habían quedado entumecidas, miré a Laura y ella estaba llena de sangre en el rostro, algunos vidrios habían quedado dispersos sobre su cuerpo. Busqué mi celular y llamé a emergencias, traté de darles un indicio de donde estábamos, hasta que dijeron que venía una ambulancia por nosotros.

El accidente del que tanto hablaba Michael y por el que quedó cojo, si fue provocado por Anna. Pero el motivo es fácil de entender. Diane le iba a decir todo a Michael, que Anna intentaba destruirlo, y algunas cosas que estaban por pasar, hasta que yo le quité algunas piezas al coche y cuando Michael perdió el control, Diane ya estaba muerta, así que nuestro secreto estaba a salvo.

En este caso, yo mismo choqué el auto, Laura no paraba de hacerme preguntas con respecto a Anna y John, y mi participación en algunas cosas junto con ellos, pero no puedo decirle nada a esa castaña.

—Lo siento, querida, pero decirte algo, es abrirte la puerta para que me domines y eso no puede ser posible —la miré— Llegué a ti para hacerte sufrir, y debo admitir que eres muy ingenua.

Cada palabra y cada acto hacia ella, lo había catalogado de amor.

Escuché las sirenas y rápidamente bajaron los paramedicos, sacaron primero a Laura y la subieron a una camilla, posteriormente me sacaron a mi y nos pusieron juntos en la ambulancia.

—¿Qué sucedió señor?

—Perdí el control del auto, empezó a derrapar y me salí del carril, terminé estrellando el coche en el árbol —expliqué.

—Okay —asintió.

Horas después

—¿Lo ves? —me miró Anna.

—¿Qué cosa?

—Ahí tienes la llave a todo el poder que quieres —me mostró a Laura siendo sedada para calmar sus dolores— Debes conquistarla para que te de entrada.

—¿Vale la pena todo eso?

—¿Prefieres llorar en la calle o llorar estando en un yate de cientos de millones de dólares, comiendo los platillos más caros y bebiendo el ron más exquisito del mercado? —enarcó una ceja— Piénsalo bien, ya tenemos a tres fuera de nuestro camino.

—Si lo hago, me darás mucho dinero y luego me retiraré —asintió— Bien.

Se fue la habitación y yo seguí viendo a Laura. Estar en esa cama, me hizo volver a cinco años atrás, cuando mi esposa también estaba siendo tratada, pero su cuerpo no captó las vitaminas de la mejor manera y en su lugar, convulsionó hasta que su corazón dejó de latir. Mi hija, ni siquiera había sobrevivido al accidente, así que estaba siendo examinada por el médico forense.

Despedirme de mis únicos amores a la vida, estaba siendo horrible. Teníamos tantos planes para nuestra vida, con nuestra hija y su futuro. Pero aquella lluvia fue lo que más odié. Pero agregado a mi dolor, estaba la furia de Anna, que nunca dejó de joderme con que había sido mi culpa y aunque no lo parezca, al día de hoy, yo creo que ella tiene razón, y así fue como terminé trabajando para ella.

Y al final, me resigné a trabajar para ella, escuchar como hablaba de los Baltimore, como se desquiciaba jugando poker y armando su tan amada ruleta de juegos, en donde describió únicamente dos historias, y con 5 aún más por contar.

Ruleta de SecretosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora