024. i'm really in love with you

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babe, i'm in love with you.

Harry nunca se había enamorado, o al menos no creía haberlo hecho. Había escuchado todas esas cosas que hacían las personas cuando se enamoraban profundamente de una persona, y jamás había sentido eso por nadie jamás.

Nunca se había quedado dormido sólo con la imagen del rostro de una mujer, o había dedicado sus pensamientos de cada día a una, ni siquiera había sentido las "mariposas en el estómago".

Creía que la gente que sentía eso por otras personas eran en parte afortunadas, pero al mismo tiempo estaba tranquilo con el hecho de saber que no dedicaba cada parte de su día a pensar en alguien con el único objetivo de seguir emborrachando y aturdiendo su mente con una persona.

Eso, hasta que conoció a Charlotte.

Cuando la conoció, rápidamente la sensación de lo que él mismo denominó como "solo me ha gustado mucho" pareció ir un poco más intenso que solo eso.

Definitivamente le había gustado, tal vez demasiado y fue inevitable emocionarse cuando ella aceptó ir a una cita con él, normalmente se arreglaba para sus citas, pero cuando salió por primera vez con Charlotte definitivamente se había esmerado.

Él realmente quería gustarle.

Incluso quería llevar flores, estaba tan inseguro al respecto que decidió no hacerlo. Tal vez era demasiado solo para un cita en un café y en realidad aún no sabía cómo resultaría todo, tal vez después de darle un beso podría ser más atrevido.

Estuvo pensando en cómo la besaría, porque definitivamente iba a hacerlo, y la idea de probar sus labios era simplemente demasiado, haciendo estragos en su mente y en su cuerpo porque ella era malditamente mucho para soportar.

Para su suerte, hubieron muchas más citas incluso pudo robar muchos besos que fueron más que correspondidos y sentirla contenta y cálida junto a él era lo mejor que le había pasado en demasiado tiempo, esperaba con ansías cada cita, cada mensaje y cada llamada.

Siempre feliz de estar con ella en cada momento repitiendo todo una y otra vez en su cabeza sin parar de forma casi involuntaria, sentía ese extraño nudo en el estómago cada vez que pensaba en ella, en cada parte de ella.

Sus ojos, su sonrisa, los surcos al sonreír, su cabello, y cada parte de su cuerpo. Cuerpo que cuyos estragos lo habían hecho enloquecer, siempre absurdamente excitado cada vez que ella tocaba un poco más, si simplemente recargaba su mano sobre su pierna sería más que suficiente para sentir sus pantalones más apretados y empezar a pensar con otras partes de su cuerpo.

Embobado cada vez que una blusa tuviera el más mínimo escote, casi babeando por ella todo el tiempo y era aún más encantador que ella parecía no notar lo muy enamorado que estaba de ella aunque no estaba listo para admitirlo aún.

Así que una noche de insomnio, en la que lo único en su mente era Charlotte (como ya era costumbre) se puso a pensar en cuan enamorado estaba de ella. Estaba metida debajo de su piel y él ni siquiera se había dado cuenta de que eso había pasado.

En busca de respuestas llamó a un amigo, la clase de amigo que sin importar la hora siempre contestará.

Y le confesó todo, incluso las partes que lo avergonzaban, sobre lo mucho que disfrutaba de ella y todo lo que quisiera darle, incluso cuando aún ni siquiera habían tenido sexo, lo mucho que podía emocionarse cualquier cumplido que viniera de su parte y de como cada parte de su cuerpo y su corazón habían comenzado a pertenecerle y que antes de que siquiera lo notase él ya era completamente suyo, incluso cuando tenía miedo de estar enamorado.

¡Joder, Charlotte!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora