°32°

2.2K 178 34
                                    


Estaba mirando el techo en busca de reconciliar el sueño, hace casi 4 horas estaba tratando de dormir, y en 4 horas teníamos que empezar a grabar escenas, fuera del hotel asique teníamos que viajar como por 2 horas hasta llegar al lugar.

Solo escuchaba los suspiros profundos de Enzo, el cual estaba boca abajo, haciéndose notable su espalda descubierta ya que no llevaba una remera.

Tenía 2 planes, o ir y encerrarme en el baño para usar el celular sin que a don esperancito le moleste, porque si, hace un rato me cago a pedo por usar el celular mientras dormía.

No le veía razones algunas ya que estaba la luz del velador prendida iluminando toda la habitación.

Y el otro plan era despertar a Enzo y que vayamos a comer algo, porque también tenía hambre pero me daba cosa ir sola.

Solté un suspiro agotador no tan fuerte para no despertar a Enzo.

Gire mi cara para verlo, quien estaba profundamente dormido, en el octavo sueño.

Decidí levantarme de la cama y caminar de un lado a otro, leí por ahí que eso ayuda a que se te pase el hambre y los nervios, aunque creo que lo aumentaban más ya que aveces Enzo hacia ruidos extraños, haciendo que me quede quieta en caso de que se despierte.

Maite se encontraba dormida ya que en unas horas iba a rendir un examen, que se paso estudiando 1 semana para ello.

Me quedé quieta al escuchar un quejido de Enzo y verse mover en la cama levemente.

Ahora si se ve que lo desperté, o se despertó.

-Que haces despierta?-Dijo el frotándose su cara al recibir el reflejo de la luz.

-No me puedo dormir.-Dije sentándome al frente de su cama y mirándolo.

De casualidad soy la única que le agarran antojos raros en las madrugadas?

-Porque me miras así? Pareces endemoniada nena.-Dijo volviendo a la pose de hace unos segundos.

Hubo un poco de silencio en la habitación, capaz medio incómodo porque se notaba que quería decir algo.

-Enzo.

El solo abrió sus ojos dormidos al escuchar su nombre.

-No tenes hambre?-Dije poniendo mis manos en mis rodillas.

El cerro sus ojos y soltó un suspiro.

-Son las 4 de la mañana, no, no tengo.

Apreté mis labios tras volver a escuchar ese silencio en el ambiente, gracias a dios desde que solucionamos las cosas no es un silencio incómodo.

-Enzo.-Volví a decir arrodillandome en el pasillo que dividía ambas camas, para poder estar más a su alcance.

-Que?-Dijo sin abrir los ojos.

-Me acompañas a el comedor? Tengo hambre y me da cosita ir sola.

Abrió sus ojos para poder mirarme fijamente.

𝐃𝐈𝐅𝐄𝐑𝐄𝐍𝐂𝐈𝐀𝐒 | 𝙴𝚗𝚣𝚘 𝚅𝚘𝚐𝚛𝚒𝚗𝚌𝚒𝚌Donde viven las historias. Descúbrelo ahora