𝐁𝐁 | Haciendo todo lo posible por ascender en el mundo policial, aceptas un trabajo de encubierto en un famoso club dirigido por un presunto señor del crimen: Anakin Skywalker. Tu trabajo consiste en descubrir los secretos letales que se esconden...
"La rosa roja simboliza romance, belleza, amor y valentía. Y una sola rosa roja sin espinas significa amor a primera vista."
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Lo primero que hice anoche al entrar en mi apartamento fue agarrar mi computadora portátil y destrozarla en el balcón de concreto afuera. Después, tal vez la pisoteé algunas veces para asegurarme de que no tuviera ninguna posibilidad de volver a encenderse. Una vez que parecía irreparable, miré por encima de la barandilla hacia el contenedor de basura que estaba justo debajo de mí y la dejé caer desde la altura del tercer piso.
También llamé a Obi-Wan y le conté todo lo que había pasado. Aunque estaba un poco molesto de que el micrófono no funcionara y tuviera que ser desechado tan pronto, también estuvo de acuerdo en que mis planes para conseguir que Skywalker confiara en mi podrían funcionar igual de bien. Sobre todo teniendo en cuenta que, de todos modos, no hablaba mucho en su oficina.
En resumen, Obi-Wan sigue contento con mi trabajo y confía en que tenga éxito.
Y ahora, era sábado por la tarde y llegué al trabajo hace unos minutos. Estaba de pie en la sala de descanso de los empleados, quitándome mi pequeña bolsa del hombro para colocarla dentro de mi casillero. —¿Lista para esta noche?—. Ahsoka apareció a mi lado, abriendo su casillero y metiendo su costoso bolso dentro.
—Sí y no—, suspiré, sintiéndome exhausta por la falta de sueño que he tenido últimamente. Mi mente está constantemente pensando en ideas y teorías, por lo que dormir es casi imposible. —Estoy emocionada por las propinas, pero no por lo ajetreado que se va a poner hoy. Aaron me dijo que los sábados son los peores—, dije, abriendo por fin mi casillero.
Ignoré de inmediato todo lo que Ahsoka me decía cuando mis ojos se posaron en algo que sé que no estaba allí anoche.
Metí la mano y saqué una rosa roja de tallo largo. Noté que todas las espinas habían sido delicadamente quitadas, haciéndola segura para que la sostuviera. —Debes gustarle.
Dirigí mi atención a Ahsoka con las cejas fruncidas. —¿A quién?
Ella sonreía mientras sus ojos recorrían la hermosa flor que tenía en mis manos. —A mi hermano, él no le compra flores a cualquiera. Bueno, excepto a mí si tengo un mal día—, se encogió de hombros mientras se ataba el delantal a la cintura. —Quizás esté enamorado de ti.
No pude evitar reírme, lo que me valió un par de cejas arqueadas por su parte. —Lo dudo, le gusta darme cosas en lugar de disculparse porque aparentemente las palabras son difíciles para él—, coloqué con cuidado la rosa de nuevo en el casillero, sin querer arruinarla de ninguna manera. Resulta que las rosas son mi flor favorita y no las recibo muy a menudo, así que me gusta apreciarlas cuando lo hago, sin importar de quién vengan. —Además, estoy segura de que no soy la única empleada de aquí con la que coquetea un poco. Después de todo, es un hombre soltero, objetivamente coquetear está en su naturaleza.
