𝐁𝐁 | Haciendo todo lo posible por ascender en el mundo policial, aceptas un trabajo de encubierto en un famoso club dirigido por un presunto señor del crimen: Anakin Skywalker. Tu trabajo consiste en descubrir los secretos letales que se esconden...
"Tu primer amor nunca muere, pero tu verdadero amor puede enterrarlo vivo".
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Mi cuerpo estaba exhausto, así que dormirme anoche (después de pasar un buen rato con Connor), fue lo más fácil que he hecho en meses. Todas esas largas jornadas nocturnas trabajando con el agente Kenobi por fin me habían pasado factura.
Mi sueño era tan profundo que se podría creer que no iba a despertarme hasta dentro de un par de horas. Pero desafortunadamente, el sonido de un teléfono sonando en la habitación me despertó y abrí mis ojos cansados de golpe.
Gruñí molesta al zafarme del abrazo de mi esposo, y miré mi mesita de noche donde podía ver la hora en el reloj digital.
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Mis ojos se abrieron de par en par, eran las doce del día, lo que significa que... Me apresuré a agarrar el teléfono que vibraba y sonaba sobre la mesa de madera, sabiendo quién podía ser. Pero para mí desgracia, subestimé la distancia desde donde estaba hasta la mesita de noche y caí al suelo con un fuerte golpe. Connor se levantó de la cama sorprendido mientras las sábanas se separaban de él y caían conmigo, dejándome enredada en un lío de telas.
—¿Estás bien?—, me preguntó con ligera preocupación, pero pude oír la risa que estaba conteniendo en la garganta al verme luchando con las sábanas.
—¡Estoy bien!—, le aseguré mientras alzaba la mano para agarrar el teléfono aún tumbada en el suelo. Di unos golpecitos en la madera con la palma de mi mano antes de encontrar finalmente lo que buscaba.
En cuanto tuve el dispositivo en mis manos, lo bajé y comprobé el identificador de llamadas. Tal y como sospechaba, era el gerente del club, Firmus Piett. Me tomé un momento para calmar mi acelerado corazón antes de deslizar mi pulgar sobre el botón verde y presionar la fría pantalla contra mi oído y mejilla.
—¿Hola?—, contesté, intentando ocultar el tono nervioso que residía en el fondo de mi garganta. Rezaba para que la verificación de antecedentes hubiera salido bien, tal como mis superiores dijeron que sería.
—(t/n), todo salió bien en la verificación—, me informó y solté un suspiro silencioso de alivio, —Y voy a necesitarte aquí hoy sobre las cuatro de la tarde, ¿te parece bien?—. Preguntó, aunque la pregunta parecía hecha sólo por cortesía; decir que no definitivamente no era una opción.
Me desenredé de las sábanas y me levanté del suelo. Me senté en el borde de la cama de espaldas a mi esposo. —Sí, a las cuatro estaré allí.
—Bien, nos vemos entonces—. Y dicho eso colgó. Bajé el teléfono poco familiar y bloqueé la pantalla antes de devolverlo a la mesita de noche. Era un teléfono diferente al que estaba acostumbrada, pero Kenobi insistió en darme un teléfono que estuviera a nombre de (t/n) Winters; no se tomaba riesgos cuando se trataba de mantener mi identidad oculta. Él afirmaba que esta era su única oportunidad de atrapar a Anakin, que nada más había funcionado; así que supongo que se puede decir que yo era su única esperanza en ese momento.
