𝐁𝐁 | Haciendo todo lo posible por ascender en el mundo policial, aceptas un trabajo de encubierto en un famoso club dirigido por un presunto señor del crimen: Anakin Skywalker. Tu trabajo consiste en descubrir los secretos letales que se esconden...
"Hay un millón de razones por las que debería renunciar a ti, pero el corazón quiere lo que quiere".
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Connor dio un paso hacia atrás. —¿El divorcio? Pero...— él apartó la mirada por un momento. El letrero de neón rosado del exterior del club iluminó sus rasgos, haciéndome visible cómo se le llenaban los ojos de lágrimas. —Cariño, por favor, no quiero el divorcio. Te amo— su voz se quebró mientras volvía a mirarme.
Resoplé mientras una lágrima rodaba por mi mejilla. —Dices que me amas y sin embargo te acostaste con otra persona en la cama y en la casa que compramos juntos— siento que eso es lo que lo hace aún peor. Si lo hubiera hecho en un club o en un bar, probablemente me habría dolido un poco menos. Pero no, la llevó a nuestra casa porque tenía toda la intención de dañarme... y lo consiguió.
—Fue un error (t/n), no significó nada para mí. Pero tú, tú significas todo para mí y lo siento mucho. Dejé que mi enojo se apoderara de mí y pasaré el resto de nuestras vidas compensándote por lo que hice— se mordió el labio inferior tan fuerte que pensé que iba a sangrar. Estaba intentando mantenerse firme frente a todas estas personas. Si se derrumbaba, arruinaría la ilusión de que se trataba de una conversación profesional.
Debo admitir que la idea de perdonarlo sonaba tentadora y eso es porque sabía que sería lo más fácil. No tendría que divorciarme, la vida sería como antes sin cambios drásticos, y también haría un millón de veces más fácil mi decisión sobre qué hacer con mis sentimientos por Anakin.
Me pregunto si esto es lo que sienten todas esas víctimas de infidelidad, la lucha interna por elegir entre lo cómodo y lo desconocido. Si es así, ahora entiendo mejor por qué la gente se queda. El cambio asusta.
Pero aún así, algo dentro de mí no podía estar de acuerdo con esa elección y no era solo porque sentía que sería una traición hacia mí misma volver con él. Sino también porque en el instante en que me venía a la mente cualquier idea de arrestar a Anakin, me acordaba involuntariamente de su sonrisa, de su risa y del dulce sabor de sus besos.
Maldita sea, odio extrañarlo en este momento. No debería estar sintiendo nada de esto, especialmente no con mi esposo parado frente a mí. Pero es verdad lo que dicen, el corazón quiere lo que quiere, y no hay discusión posible.
Connor dejó de morderse el labio y abrió la boca como si fuera a hablar de nuevo, pero se detuvo cuando sus ojos se desviaron momentáneamente hacia abajo. Luego me miró con una mirada llena de tanta rabia que sentí un pequeño pinchazo de miedo en mi pecho, y eso es porque sabía exactamente lo que vio: algo que olvidé que estaba ahí, hasta ahora.
—¿De verdad intentarás hacerme sentir culpable, cuando estás ahí parada con un maldito chupetón en tu cuello?— espetó entre dientes apretados, con sus ojos enrojecidos brillando de rabia. —¿Quién te hizo eso?— lo señaló.
