𝐁𝐁 | Haciendo todo lo posible por ascender en el mundo policial, aceptas un trabajo de encubierto en un famoso club dirigido por un presunto señor del crimen: Anakin Skywalker. Tu trabajo consiste en descubrir los secretos letales que se esconden...
"Descubriste una parte de mí que no sabía que existía, y en ti, encontré un amor que ya no creía real.".
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Después de atraparme intentando robarle la comida, Anakin rodeó la encimera y se acercó lentamente a mí. —Ahsoka me dijo que ustedes dos se comieron uno de sus brownies— tomó suavemente la caja de mis manos y la volvió a colocar sobre la encimera. —También me dijo que es la primera vez que pruebas uno, ¿cómo te sientes?— preguntó tranquilamente mientras me miraba con una ligera inclinación de cabeza.
Miré la caja de pizza antes de volver a mirar sus hermosos ojos. No debería estar pensando en lo hermosos que son, pero es difícil no hacerlo. El azul era tan cautivador y atrayente que casi olvidé que me había preguntado algo. —Hambrienta— respondí, mis ojos se detuvieron en la venda junto a su ojo derecho. Ya no le cubría todo el ojo, sólo un lado y pude ver que estaba morado, junto con un ligero tinte rojo en la venda que quedaba.
Así que me alegré de ver que no le había sacado el ojo ni se lo había arañado; al parecer, el daño sólo afectaba a la piel que lo rodeaba. Pero seguía sintiéndome culpable y este maldito comestible no hacía más que aumentar mi sentimiento de culpa.
Se rió entre dientes mientras abría la caja de pizza y señalaba la comida. —Bueno, todo lo que tenías que hacer era pedirlo preciosa, puedes tener lo que quieras.
—¿Puedo ver debajo de la venda?— respondí sin pensar.
Pareció un poco aturdido por mi respuesta. —¿Por qué?— ladeó la cabeza, mirándome de arriba abajo.
—Pues porque has dicho que puedo tener lo que quiera y soy una chica curiosa— me encogí de hombros, no es extraño pedir ver una herida. Una de las primeras cosas que cualquiera pregunta cuando un amigo o colega les cuenta sobre una nueva herida es: '¿puedo verla?' O al menos así ha sido en mi caso, casi todo el mundo pidió ver la herida de bala cuando me dispararon en la pierna.
Su sonrisa se amplió considerablemente y miró al suelo con timidez antes de hacerme un gesto para que lo siguiera. —Está bien, de todos modos estaba pensando en cambiarla, he tenido esta por demasiado tiempo— lo seguí al otro lado de la cocina, era una cocina enorme. Demasiado grande para personas que probablemente pedían comida para llevar todos los días y nunca la usaban.
Abrió un armario y sacó un botiquín de primeros auxilios, lo que me hizo fruncir el ceño. —¿Guardas el botiquín de primeros auxilios en la cocina?— pregunté como si fuera la cosa más extraña, que para mí lo era.
—Sí, ¿y tú dónde guardas el tuyo?— preguntó mientras se daba la vuelta y dejaba el botiquín sobre la isla, luego lo abrió antes de mirarme esperando mi respuesta.
—En el baño— me encogí de hombros.
—Ese es el lugar más tonto para guardarlo— sonrió mientras sacaba una gasa y crema desinfectante. —Dime (t/n), ¿te lastimarías más en un baño o en una cocina?
