Papá...

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Aiden

—¿Me estás diciendo en serio que quieres hacer un reportaje en una revistapara mujeres? —Los ojos azules de mi padre, que tanto mis hermanos comoyo hemos heredado, me escudriñan con una intensidad abrasadora.Conozco esa mirada. Es la mirada que mi padre utiliza siempre quedesconfía sobre algo. Y, ahora mismo, desconfía sobre mí por la propuestaque acabo de hacerle.Papá tiene un don y este es el de conocer las intenciones de la gente contan solo mirarle a los ojos. De pequeños, mis hermanos y yo, evitábamosmirarle directamente a los ojos cuando cometíamos alguna trastada porque,de lo contrario, nos descubría siempre. Supongo que, por eso, en esteinstante, desvío mis ojos de los suyos para mirar las vistas de Manhattanque se proyectan tras sus anchas espaldas.Papá tiene el despacho más grande de todos porque es el sociomayoritario del bufete. Lleva años ejerciendo la profesión, siguiendo lospasos del abuelo, quién convirtió el pequeño bufete que abrió al llegar aNueva York en uno de los más conocidos del país.—Creo que puede ser una buena idea, papá. Podemos aprovechar esereportaje para limpiar nuestra reputación y hacernos publicidad —digo aúncon los ojos fijos en la cristalera.Papá carraspea y una ronca risa brota de su garganta, obligándome amirarle. Papá es un hombre de facciones adustas. Es uno de esos hombresque imponen respeto sin proponérselo, con sus ojos profundos, su bigoteespeso que se mueve cuando habla, la nariz contundente que le da carácteral conjunto y sus cejas anchas. Además, cuando se pone serio, una arrugacruza su entrecejo acentuando aún más la pose autoritaria.—Venga, Aiden, ¿qué me escondes? No nací ayer, sé que detrás de estapropuesta disparatada hay algo más. —Sus ojos me escudriñan, pero yoaguanto estoicamente mi cara de póker.Ayer, cuando acepté hacer el reportaje, sabía que convencer a mi padreno sería un camino fácil de transitar. Papá es una persona que odia lasmedias verdades, pero es que no le puedo ofrecer la verdad al completoporque sé que la rechazaría de pleno.Cuando hace unos meses le dije a papá que iba a inscribirme en unaagencia de copaternidad porque quería ser padre, me miró como si mehubiera salido un tercer brazo sobre la cabeza y le estuviera saludando conél. Al igual que mi hermano Will, no entendía por qué tenía tanta prisa.—Ya encontrarás la mujer adecuada con la que tener hijos —me dijo élcon vehemencia—. Eres joven, Aiden, no cometas una insensatez porquerer correr demasiado.Papá es un hombre sabio y siempre tengo muy en cuenta sus opiniones,pero no le hice demasiado caso con aquella. Para papá, que yo quiera serpadre, es una locura más que añadir a mi lista de caprichos pasajeros, peroesto no va de eso. Ser padre se ha convertido casi en una necesidad que nopuedo ni quiero ignorar por más tiempo.El punto es que sé que explicarle mi trato con Lucy no le gustará nada.El beneficio del trato es puramente personal, no empresarial, y me tacharáde egoísta después de decirme que lo rompa ipso facto.Cojo aire y vuelvo a intentarlo:—No te escondo nada, papá, es solo que conozco a la persona que seencargará del reportaje y estoy convencido de que hará un buen trabajo. Y,la verdad, no nos irá nada mal mejorar la imagen que tienen los demássobre nosotros.—Si mis hijos no fueran unos libertinos descerebrados no tendría quepreocuparme por eso.Dardo al corazón. Papá no es para nada como nosotros; es serio, sensatoy juicioso. Desde que mamá nos dejó, siempre ha sido un padre modelo,que se ha esforzado en educarnos de la mejor manera posible, y eso que nose lo hemos puesto fácil. Nunca ha llevado demasiado bien que sus hijoshayamos salido un poco... rebeldes. Según él, no dejamos de darledisgustos. Y no es que lo hagamos a propósito, pero entre unos y otrossiempre tiene algo de lo que preocuparse. Ahora sufre por Will, porque estállevando fatal su separación y trabaja más horas que un reloj solo para noenfrentarse a la realidad de su vida.—Lo siento, papá, sé que no somos los mejores hijos que podrías habertenido, pero dado que somos los hijos que te han tocado por suerte, no tequeda otra que aceptarlo y afrontar la situación de la mejor forma posible.—Sonrío y mi padre eleva sus gruesas cejas con sorna—. Sé que nunca nosha gustado exponernos de forma pública, pero sería un reportaje inocente,más por marketing que por otra cosa.—¿Y dices que conoces a la persona que se encargaría de escribirlo? —pregunta, y sé por el tono que ha usado al hablar que la idea estáempezando a gustarle.—Sí, se llama Lucy Cooper y lleva años trabajando en esa revista.Además, he estado indagando, y Pink Ladies es una de las publicacionesreferentes en el mercado femenino desde que Avery Keaton asumió elpuesto de redactora jefe. Son abiertamente feministas y muy escrupulosos ala hora de dar información no contrastada.Mi padre me mira en silencio unos segundos, rizándose el extremoderecho del bigote, algo que hace cuando sopesa una decisión.—¿Has hablado de esto con tus hermanos?—Eh... no —confieso, porque no, no le hecho, sé que esta idea lesgustará menos que la posibilidad de colocar los testículos sobre las brasasde una hoguera recién apagada—. Pero ellos harán lo que tú les digas. Poreso eres el patriarca.—Por Dios, Aiden, hablas de mí como si fuera Vito Corleone.—Puede que no seas un mafioso, pero tienes su autoridad. No podránnegarse si eres tú quién lo propone.Un nuevo silencio. Vuelve a rizarse la punta del bigote con expresiónseria.—Está bien —dice al fin, mirándome con atención—. Habla con tuamiga y dile que lo haremos.Una enorme sonrisa se dibuja en mis labios al ser consciente de que heconseguido mi propósito. Para ser sincero, no creí que tendría éxito.—Genial, papá. No te vas a arrepentir de esto, ya verás.—Yo no estoy tan seguro de eso, pero confío en ti, hijo.Y con su beneplácito salgo del despacho y envío un mensaje a Lucy paradecirle que voy a cumplir con mi parte del trato

Entre Leyes y Latidos (Libro 1: Saga Vínculos Legales) (BORRADOR)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora