Mensaje inesperado

355 17 0
                                    

Lucy 

Miro el mar con el sentimiento de pérdida arremolinado en mi estómago.En unas horas regresaremos a Nueva York y esta aventura habrá finalizado.A pesar de que aún no ha llegado la primavera, hoy hace un díamaravilloso. No hay ni una sola nube en el cielo y el sol brilla, aunque sinllegar a calentar. Aiden se ha acercado a la orilla para mojarse los pies,como ha hecho todas las veces que hemos venido estos días. Yo, en cambio,me quedo rezagada. Soy muy friolera, uso doble calcetín para dormir,¿cómo demonios voy a meter los pies en agua helada? Aiden tiene genesescoceses y se nota. Nunca tiene frío y su cuerpo siempre está caliente. Esuna gozada tenerlo en la cama pues es como tener una bolsa de aguacaliente siempre a punto.Aiden me señala su móvil con un gesto para indicarme que tiene unallamada entrante y responde. Yo aprovecho este momento para pensar unpoco en estos cinco días juntos.La verdad es que no estaba segura de cómo irían las cosas durante estoscinco días. Tampoco sabía cómo sería compartir las 24 horas de mi vida conAiden. Es cierto que las veces que hemos quedado con anterioridad heestado muy cómoda con él, pero ya se sabe que una cosa es pasar unashoras con alguien y, otra bien distinta, convivir con esa persona. Laconvivencia puede ser muy jodida. Sin embargo, Aiden y yo nosentendemos bien. Y no me refiero solo al sexo, aunque tengamos unaquímica brutal en ese sentido. No, me refiero a lo otro. A las cosascotidianas del día a día.Cuando acepté la propuesta de Aiden para tener un bebé con él de formanatural ya me sentía atraída por él. Era consciente de que el sexo podía serun problema, que podía confundir las cosas, pero nunca llegué a imaginarque cinco días bastarían para que mis sentimientos hacia él florecieran de laforma que lo han hecho. Aún no estoy preparada para etiquetar estossentimientos. Tampoco quiero hacerlo. Solo quiero disfrutar de las horasque nos faltan antes de regresar a la realidad. Una realidad donde ya nohabrá besos, ni abrazos, ni sexo desenfrenado a las cinco de la mañana trasun despertar inoportuno.—Era un cliente —me explica Aiden acercándose a mí con una sonrisa—. Quería concertar una cita para la semana que viene.—¿Es importante?Se encoge de hombros.—Supongo. Aunque, la verdad es que hace días que he perdido laperspectiva de lo que es importante. —Se acerca más a mí y me besa.Cierro los ojos para disfrutar del beso. Sus labios saben a mar, como sihubiera bebido un trago de agua salada. Cuando abro los ojos, él sigue tancerca que su aliento me roza la cara al hablar—. Desde que llegamos aquí,lo único que me importa es follar contigo, a todas horas. —Me guiña un ojo—. Lucy Cooper, me has convertido en un yonqui del sexo.Yo me rio y él vuelve a besarme. Sus labios muerden con delicadeza milabio inferior antes de que su lengua penetre mi boca y encuentre la mía. Elbeso tarda segundos en volverse profundo y demandante. Cuando su durezase frota contra mi cadera no puedo evitar volver a reírme.—Oh, joder, vuelvo a estar empalmado —me susurra divertido—. ¿Quéclase de embrujo has lanzado sobre mí, Lucy?—Podría preguntarte lo mismo.Nos miramos a los ojos unos segundos, en silencio. Es una miradacargada de palabras no dichas. De palabras guardadas en un saco paracuando sea necesario usarlas.—¿Regresamos? Creo que tenemos tiempo de procrear un par de vecesmás antes de volver a casa.Suelto una carcajada.—Procreemos entonces.Y eso hacemos. Aunque, a decir verdad, nos da tiempo a procrear unavez más de lo esperado

Aiden 

—¿Te sientes embarazada? —pregunto a Lucy una vez aparco el cochefrente a su casa.Ya estamos en Nueva York. Después de dos horas de conduccióntranquila, hemos llegado a la ciudad. Normalmente deseo volver a casadespués de días fuera, sin embargo, esta no es una de esas veces. ¿Elmotivo? No quiero que lo mío con Lucy termine.—¿Es una pregunta seria? —Lucy me mira divertida.—¿No lo parece?—Los primeros síntomas de embarazo no surgen hasta más tarde —diceella con dulzura.—¿Y cuánto tiempo se supone que tendremos que esperar para saber silo estás?—Un par de semanas. —Se encoge de hombros—. Soy muy regular. Sino me llega el periodo en el día estipulado... ¡bingo!Asiento despacio y no le digo lo que pienso realmente: «Ojalá no loestés, me gusta demasiado procrear contigo como para tener que renunciar avolver a hacerlo tan pronto». En su lugar, musito:—A ver si hay suerte.—La tasa de embarazos a la primera es muy baja, así que mejor no teilusiones demasiado, ¿vale? Detestaría decepcionarte.Niego con la cabeza.—Tú nunca podrías decepcionarme.Ella sonríe, pero no dice nada.Tras intercambiar un par de frases más, sale del coche, coge su equipajedel maletero y desaparece dentro de su edificio. Me quedo unos segundosmirando la puerta del portal con un nudo en el pecho.Me siento raro, muy raro. Es como si me faltara algo. ¿Será misubconsciente avisándome de que me he dejado algo en la casa de LosHamptons? Quizás...Me incorporo de nuevo a la carretera y conduzco hacia mi casa. Lasensación de vacío no desaparece. Sin embargo, no puedo pensar mucho enello ya que en ese momento el móvil suena con la llegada de un mensaje.Aprovecho que me detengo en un semáforo en rojo para mirar el remitente.El corazón me bombea con rapidez al ver que se trata de un contactodesconocido. Aunque no tengo guardado el contacto en la agenda, sé dequién es el mensaje pues aparece el número de móvil, y es un número que, apesar de los años transcurridos, sigo recordando de memoria. Es el númerode Celine. Mi ex. 

Contacto desconocido:
¿Podemos vernos? Necesito hablar contigo de unacosa. Es importante.

 El semáforo se pone en verde, pero estoy tan concentrado y descolocadocon el mensaje que no me doy cuenta del cambio hasta que el coche de atráshace sonar su claxon. Vuelvo a dejar el móvil en su sitio y retomo laconducción con mil emociones encontradas nadando en mi interior.

Entre Leyes y Latidos (Libro 1: Saga Vínculos Legales) (BORRADOR)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora