La casa donde crecí

416 24 1
                                    

Lucy 

Miro la ropa que he sacado del armario con el ceño fruncido. Dios, ¿qué sesupone que debo ponerme para una cita cuyo destino desconozco? Misopciones son:Vestido negro con botines, el little black dress siempre es unaopción comodín que funciona bien en cualquier contexto.Vaqueros ceñidos y blusa oversize estampada con un dibujo deestilo japonés, algo cómodo, pero con un toque sofisticado.Un mono vaquero con un blazer color mostaza, quizás sea el lookque menos me convence de todos.Falda larga estampada con flores, cinturón caqui y camisa blanca,es una propuesta arriesgada pero estilosa y, combinada con unasconverse, puedo tener un aspecto casual y chic muy guay.Como no me decido, acabo mandándole un mensaje a Chloe. Si hayalguien aquí con gusto para vestir, esta es ella. Tarda dos minutos de relojen responderme: 

CHLOE 
Los vaqueros, pero en vez de la blusa estampada ponte el jersey decachemir blanco que te regalé por Navidad y acompáñalo con un fularcolorido y las converse. ¡Ah! Y déjate el pelo suelto

LUCY
No sé porque me he pasado horas sacando ropadel armario si tú en dos minutos has encontrado lacombinación perfecta

CHLOE
Me dedico a esto, ¿recuerdas? ;—). ¿Cómo estás? 

LUCY
Cómo si un hipopótamo bailara en mi estómago. 

CHLOE
No te preocupes, pequeña, todo irá bien. Piensa que para Aiden elobjetivo de esta cita es convencerte para tener un hijo juntos, así que lapresión de la cita recae absolutamente toda sobre él. Tú... deja fluir. 

LUCY
Odio no saber dónde va a llevarme ni cuáles sonsus intenciones. 

CHLOE
Yo tengo una teoría. 

LUCY
¿Cuál?

CHLOE
Quizás intente hacer que cambies de opinión a base de sexo. Muuuuchosexo. Sexo duro y salvaje. Y si por el camino te deja preñada, pues oye,ese trabajo que adelanta. 

LUCY
Estás enferma. 

CHLOE
Solo es una teoría :).

LUCY

La teoría de una enferma. 

CHLOE
Quizás sí, quizás no. En todo caso, te dejo. Tengo una cita Tinder y aúnno me he depilado el potorro. Ve contándome por aquí, ¿vale? 

Pongo los ojos en blanco. Esta Chloe...Dejo el móvil sobre la cama y, sin más dilación, me pongo lo que me hadicho. Me miro en el espejo de cuerpo entero que tengo en un rincón deldormitorio. Vale, tengo que admitir que estoy estupenda con esto. Informalpero arreglada. Chloe es buena en lo suyo, no hay duda.A la hora acordada, Aiden me manda un mensaje y me dice que ya estáabajo. Cojo el abrigo de paño negro y el bolso y salgo del edificio deladrillo rojizo en el que vivo con el corazón bailándome en la boca. Odio notener el control de las situaciones. Odio la incertidumbre y las sorpresas.Soy una chica que lo planifica todo en su agenda y que adora las rutinas.No me cuesta reconocer el coche de Aiden. Es un Maserati de colorplateado que llama mucho la atención. No se ven muchos coches de lujopor aquí. Está aparcado en doble fila y, al verme, me hace un gesto desde elinterior del vehículo para que ocupe el asiento del copiloto. Una vez dentrome saluda con un guiño de ojos y se incorpora a la carretera.—¿Dónde vamos? —pregunto nerviosa. Me tiemblan ligeramente laspiernas, no puedo evitar que la ansiedad me domine por momentos.—Ahora lo verás.Me muerdo la lengua para no insistir en mi pregunta. En vez de eso, fijola mirada en la ráfaga de colores y luces que veo pasar a través de laventanilla del coche. Me encanta la vida que se respira en Manhattan. Estaparte de la ciudad nunca duerme. Es una de las cosas que más me gustaroncuando empecé a vivir aquí.—¿Cómo va el reportaje? —pregunta Aiden rompiendo el silencio.Una sonrisa ilumina mi rostro al pensar en el reportaje. He estadotrabajando en él toda la semana, haciendo un vaciado de la entrevista parapoder sacar a la luz la información más relevante. He intentado serimparcial y respetuosa, y a Avery le ha encantado el primer borrador que lehe enseñado. Estoy a un paso de conseguir mi columna y, con ella, miascenso.—Está quedando genial. Creo que a tus hermanos y a ti os va a gustar —digo sin dejar de sonreír.—¿Eso es que nos dejas en buen lugar?—Por supuesto, aunque ayer vi las fotos que van a acompañar alreportaje y lo eclipsan por completo —digo entre risas, recordando lascopias que me envió Dimitri al correo—. Las lectoras van a quedarse tanprendadas de vosotros que las palabras estorbarán más que otra cosa. Estáisincreíbles—Vaya, gracias —dice mirándome de reojo—. No sabía que tuvierasuna opinión tan favorable de mi físico.—Oh, vamos, que los hermanos MacKinnon sois atractivos es unaobviedad. Lo dice la revista People, ¿recuerdas?—Bueno, nunca está de más que te refuercen el ego recordándotelo.—Creo que tu ego no necesita ser reforzado, Aiden. Es tan grande queapenas cabe dentro de este coche.Se ríe ante mi comentario, pero no lo niega. No puede negarlo, es tanobvio lo seguro de sí mismo que se siente y lo mucho que sabe que gusta,que sería ridículo decir lo contrario. Supongo que si yo fuera hombre ytuviera su físico sería igual de arrogante. Y no es que me considere unachica fea, sé que soy mona, pero como el 90% de las mujeres que conozcola sociedad me ha programado para sentirme insegura conmigo misma.Incluso Chloe, que es la mujer con más seguridad en sí misma que conozco,tiene sus debilidades.Aiden cambia de tema. Me explica lo dura que ha sido la semana y lanecesidad que tiene de cogerse unas vacaciones. Yo le hablo del trabajo, demi nuevo hobby adquirido que consiste en pintar mandalas con acuarelas yen el mapamundi enganchado en la pared de mi habitación donde esperoalgún día llenar con chinchetas por cada país que haya visitado.No es hasta que ha pasado un buen rato que reconozca la zona en la queestamos. Hemos bajado hasta Little Italy, lo sé porque acabamos de cruzarMulberry Street, una de sus calles más famosas.Antes de que pueda preguntar nada, se adentra en una de las calles ydetiene el coche frente a una casita unifamiliar de estilo victoriano con unafachada preciosa y un jardín pequeño y bien cuidado.Aiden baja del coche y yo le imito, sin apartar la vista de la casa. Meencanta. No es muy grande, es de color gris clarito y la planta esrectangular, estrecha y alargada.—¿Dónde estamos? —pregunto cuando Aiden abre la verja de hierroforjado de la casa y me hace pasar al jardín.—En la casa donde crecí. —Aiden me sonríe de medio lado—. Lucy,bienvenida a la cena de los viernes de la familia MacKinnon.

Entre Leyes y Latidos (Libro 1: Saga Vínculos Legales) (BORRADOR)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora